Revista ACCIÓN N.º 263 – mayo, 2006. CEPAG.
La marcha de Resistencia Ciudadana (RC) y la de los trabajadores, están modificando el escenario político del país. Son modificaciones perceptibles aunque todavía pequeñas, pero han demostrado que ni el coloradismo, ni mucho menos el nicanorismo, son fenómenos perennes. No están para quedarse cincuenta años más, como lo imaginaba Nicanor. Y esto ha provocado un atisbo de optimismo en una ciudadanía, por lo demás, desesperanzada.
La oposición parlamentaria —a falta de figuras propias— ha debido echar mano a la persona de un clérigo de buena imagen para lograr lo que por ahora aparece todavía como una alianza cosida con alfileres. El nicanorismo ha sentido el impacto y su único líder se muestra hoy más moderado y mucho menos triunfalista que dos meses atrás.
Por ahora, tenemos una segunda constatación en menos de cuatro años, que cualquier posición unitaria puede llegar a hacer tambalear al más pintado de los bueyes de la cúpula colorada. En junio de 2002, cuando el campesinado se unió en el Congreso Democrático del Pueblo, Luis González Macchi derogó en un santiamén varios proyectos de ley que atentaban contra el patrimonio nacional y la democracia. En marzo y mayo de 2006, si bien aún no se logró lo buscado, RC, por un lado, y los trabajadores unidos por otro, vuelven a demostrar que la mentada mayoría colorada hace agua por varios lados y que no será suficiente con calafatear el bote.
Sin embargo, el fenómeno RC es notablemente frágil y particularmente vulnerable. Son cuatro partidos que han estado (durante el tiempo de la transición en que existieron) tan perdidos como turcos en la neblina, en materia de construcción de una institucionalidad democrática. Es que son partidos sin definición ideológica, integrados por personas en mayor o menor medida corruptas y, con muy pocas excepciones, notablemente carentes de masa intelectual propia. Tanta es la mediocridad política de esa oposición que su actual líder es un no-político, es un religioso. Mayor prueba de incapacidad política, casi imposible de encontrarla.
La auspiciosa primera reunión convocada por RC en el local de la Central Nacional de Trabajadores CNT, en preparación de la marcha —reunión en la que se encontraban también los integrantes del Frente Nacional de Lucha por la Vida y la Soberanía (FNLSV)— perdió su auspiciosidad muy pronto; la Plenaria Popular Permanente, integrante del FNLSV, se retiró de la convocatoria, esto restó base popular a la marcha del 29 de marzo. La permanencia en RC de dos centrales sindicales y otras pocas organizaciones sociales integrantes del Frente, produjo prácticamente la disolución del Frente; un resultado desfavorable para las posturas progresistas que hubiesen contrarrestado el conservadurismo esencial de RC de cara a una ciudadanía encandilada por la contestación antinicanorista. Las dos centrales sindicales que se “abrieron” del Frente, convocaron a las otras tres para organizar la marcha del 1 de mayo.
Los cinco ministros de la corte (en minúsculas) cuestionados en marzo, siguen en sus puestos y el violador de la Constitución, tan campante en la presidencia del Ejecutivo. Puesto en términos prácticos, RC no logró sus objetivos. Aunque como se dijo, logró otros de no menor importancia. Entre ellos, trajo a colación, anticipadamente, el tema de las elecciones de 2008. El nombre de Fernando Lugo ya suena como candidato de la (eventual) coalición opositora, sin que el monseñor se haya pronunciado aún.
Hay una indefinición al respecto. Lo que pase dependerá de muchos factores y tensiones. Entre ellos: cómo se resolverán las fricciones entre los partidos de oposición, que en estricto sentido es una verdadera bolsa de gatos; qué pasará con el candidato opositor y su vinculación a la Iglesia, y en particular, a la Iglesia jerárquica, corporación eclesiástica que dista mucho de ser coherente en sus posiciones sobre asuntos mundanos; qué futuro le espera al país en caso de un eventual triunfo de la candidatura de Lugo timoneando una coalición débil. Hay, por cierto, muchas más dudas que certidumbres sobre lo que sobrevendrá en el escenario político.
Los partidos de la oposición han empezado a dar muestras de una importante división, en la que el personalismo de Pedro Fadul está jugando un papel decisivo. Las estrechas metas de UNACE hacen dudar de la estabilidad de cualquier pacto con este sector una vez que logre sus objetivos. Las desavenencias internas de País Solidario alentadas por el figuretismo y los pactos nada claros de Carlos Filizzola tampoco auguran una cohabitación pacífica en ningún pacto de coalición. El oportunismo liberal es proverbial y, en cualquier vuelta del camino, puede deslindar posición respecto de sus aliados “opositores”. El Encuentro Nacional poco cuenta. Todo esto lo sabe Nicanor y ya ha empezado a especular bilateralmente con cada uno de estos actores.
Esto también lo sabe Fernando Lugo, quien —a pesar de su investidura— pretende quedar bien con Dios y con el diablo apoyando también la marcha de los trabajadores, intentando demostrar con ello que no ha celebrado nupcias solo con los actores políticos en el buscado cambio de rumbos para el país. Por el momento, su original solidaridad con el pueblo campesino, demostrada en toda su vida pastoral, no ha tenido oportunidad de manifestarse. Esto es, el actor campesino aún no ha sido convidado a la mesa del cambio social que propugna la incursión de Lugo en la política. Y esta es una omisión importante.
Por su parte, la Conferencia Episcopal ha debido celebrar una reunión específica para tratar de empaquetar corporativamente la posición de la Iglesia Católica jerárquica en el berenjenal político en que se encuentra metida y, sobre todo, para perfilar esa posición ante el futuro más bien tumultuoso que se avecina. No son difíciles de imaginar las presiones que deben estar llegando del Vaticano, poniendo a prueba la capacidad diplomática del nuevo Nuncio, proclive, como otros anteriores, a aceptar convites de la presidencia de la república.
La figura de Lugo como alternativa de cambio, descansa básicamente en dos valores claramente percibidos por la ciudadanía: su honestidad y su compromiso con el pueblo pobre, que equivale en la práctica a patriotismo.
Son estos dos valores los que precisamente serán directamente atacados en la remota posibilidad de que RC se constituya en alternativa política y en la todavía más remota “carta Lugo” como figura de la alternancia. Desmantelar una corrupción meticulosamente construida en los sesenta años de coloradismo no es una tarea fácil; reconstruir el aparato de justicia para erradicar la impunidad suena también a utopía. Igualmente idílico suena que tal nueva alternativa política pueda desatender los intereses de la oligarquía ganadera, de las multinacionales y de los organismos financieros multinacionales para demostrar aquel compromiso con el pueblo pobre. Con corrupción y con neoliberalismo no habrá cambios. Sí se sigue con ellos, al trasto, con la honestidad y el patriotismo. Esto también lo sabe Lugo, quien podría ser, en el 2008 y en el mejor de los casos, un nuevo integrante de la pink wave[1] si sigue adherido a la actual oposición parlamentaria.
Por lo pronto, y en apoyo a lo que se acaba de mencionar, resulta llamativo el apoyo de ciertos medios de prensa, escritos, televisivos y radiales al proyecto Lugo. ¿Será que la poderosa corporación empresarial vinculada a importantes grupos económicos también está harta de Nicanor y apuesta a un cambio controlado? ¿A un cambio previsible y conservador?
En resumen, las alternativas parecen ser simples. Primera: RC se disuelve, Lugo vuelve a la Dirección del Colegio Verbo Divino y santas pascuas. Segunda: RC se consolida como coalición de partidos políticos “opositores”, Lugo acepta liderar, en cuyo caso será necesariamente cooptado. Tercera: igual que la segunda, pero Lugo no acepta ser cooptado, en cuyo caso la situación se torna ingobernable. Cuarta: Lugo se aparta paulatinamente de sus averiados aliados políticos y se acerca a un sector más progresista del espectro político y a los movimientos sociales.
Esta última alternativa es la única con reales posibilidades de producir un cambio en el país, aunque es obviamente la más difícil y que aún ni siquiera está diseñada.
Pero por el momento nada está dicho. Lo más positivo que se ha visto en estos últimos meses es que hay figuras de recambio y que estas están fuera de la estructura política formal del Estado, y hablando de afuerinos, Lugo puede no ser el único. Otra cosa positiva es que la ciudadanía está realmente harta de la satrapía gubernamental actual. Otro hecho positivo es que cuando la sociedad se une, el poder político formal se remece. Parece estar servida en bandeja la posibilidad de recambio.
Todo dependerá ahora de la capacidad de diálogo, de la madurez política, de la honestidad intelectual, de una visión estratégica de largo plazo y del patriotismo de los líderes sociales. Si no apelan a estos valores, puede llegar a ser cierto lo vaticinado por Nicanor: Facundito al cumplir los 18 en el 2023 podrá suceder a su padre.
- La “onda rosada”, término que designa y engloba a la camada de presidentes socialistas neoliberales que han proliferado últimamente en América Latina. ↑