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Hay 995 años por delante

Metas del milenio, ¿reducir la pobreza o reducir a los que empobrecen?

Demás está decir que los esfuerzos que se están desarrollando a nivel nacional, latinoamericano y mundial para alcanzar las metas que 191 países fijaron hace cinco años en la Cumbre del Milenio, son meritorios. Hay mucha gente, muchos recursos, mucho tiempo ocupado en eso. Y es loable. Lo que podría preguntarse es si esos esfuerzos son conducentes, si llevan a algo, o es un pasatiempo que distrae y que además está financiado.

Las Naciones Unidas —propiciadoras de esta iniciativa— es un organismo crecientemente impotente. Iniciativas de la mayor importancia en el pasado, como lo fue por citar solo unos pocos casos, la conformación del proyecto sobre el Nuevo Orden Informativo Internacional de la UNESCO terminó boicoteado por los países que controlan la prensa. El ECOSOC[1], de gran trascendencia en su momento, es hoy poco menos que una oficina administrativa sin peso alguno. Lo mismo ocurrió con la UNCTAD, cuya importante función de sugerir a los gobiernos programas de industrialización (entre otras cosas) terminó diluida también en una intrascendente oficina de consultas. La FAO está hoy recomendando el uso de transgénicos. La CEPAL es apenas una sombra amarilla de lo que fue. Es que cuando el “triángulo de las Azores” (Baby Bush, Blair y Aznar) decide invadir Irak, independientemente de lo que piense Koffi Annan y su sistema, se decretó el descansa en paz de este loable producto, sucesor de la Liga de las Naciones que logró sobrevivir al siglo pasado. En suma, lo que piense, diga o hagan las Naciones Unidas le tiene sin cuidado al capitalismo, a las transnacionales y a los gobiernos del G-8.

Pero resulta que es el sistema capitalista, personalizado en el poder económico de las multinacionales, con el respaldo político y militar de los países del G-8 (pero principalmente ya se sabe cuál), resulta que ese es el sistema de relaciones que produce pobres, como nunca antes. Si las Naciones Unidas y los biempensantes militantes sociales de los DESC[2] y de los ODM[3] se entusiasmaron con un país en el que se ha erradicado la pobreza y el hambre, o con un país con educación básica universal, o con uno en el que la sustentabilidad del medioambiente esté asegurada, si están entretenidos con esas misericordiosas utopías, entonces no están pensando ni actuando para enfocar y denunciar las causas de la inequidad de género, o de la notable desnutrición y mortalidad infantil, de la mortalidad materna, del VIH/SIDA y otras lindezas del capitalismo neoliberal. Se está gastando mucha pólvora en solo chimangos.

Si hay muchos pobres en nuestros países y hay mucha hambre (objetivo 1), no podemos evitar pensar en la desocupación y en la inseguridad alimentaria. Desocupación que es producto de la escasa inversión productiva (sustituida por la especulativa), desalentada por las altas tasas de interés del capital financiero, la tentación de los hedge funds[4], la liberalización del comercio exterior. Y si la gente no come, o come mal, es porque los alimentos están caros o ya no los producen. Encarecimiento y expulsión productiva explicada por las políticas “de desarrollo” impuestas por el Fondo Monetario Internacional, FMI y grupos multinacionales como la Monsanto o la Cargill o cualquiera de ellas.

Si la educación básica no es universal (objetivo 2), si es cada vez peor, es porque los niños y niñas no pueden asistir porque sus familias no tienen ingreso suficiente, y porque los maestros de la educación pública son mantenidos con sueldos de hambre por los “ajustes fiscales”, impuestos por el FMI, para que haya superávit fiscal de modo que el país pueda pagar puntualmente sus “compromisos” con los servicios de la deuda externa y los muchachos de la corrupción sigan siendo convenientemente aceitados para seguir apoyando gobiernos del tipo que tenemos.

Si las desigualdades de género (objetivo 3) siguen tan campantes y muchas de sus manifestaciones incluso se acentúan, se debe, entre otras cosas, al incentivo del machismo (exacerbado por los medios de comunicación chatarra), del sexo, la violencia, o por el alcoholismo producto de la desesperanza y la impotencia, tan cuidadosamente hilvanados por la ideología y la praxis neoliberal.

Si la mortalidad infantil (objetivo 4), la salud materna (objetivo 5) y la indiferencia hacia el combate al VIH/SIDA y otras enfermedades (objetivo 6) siguen siendo la regla, no es porque hay una ley natural que así lo dice, sino porque a los políticos locales les importa un rábano la situación de su pueblo, porque desfinancian el sistema de la salud pública, para que la salud se vaya privatizando, para seguir pagando deuda externa por reducción del gasto social, para que los pobres mueran en mayor cantidad y más pronto, y de esa manera tener menos presión y demanda social por derechos básicos.

Si se está haciendo un ecocidio[5] (objetivo 7) es debido a la insensatez de un modelo de acumulación de riqueza basado en la agroexportación de materias primas, propiciado por las multinacionales productoras de insumos y las de la agroexportación, y respaldado por los intereses imperialistas que giran en torno al control de los recursos naturales de nuestros países, que no se limitan a la soja, sino que se extienden al agua, la biodiversidad, metales preciosos y otros. Deforestación, agrotóxicos, transgénicos: herramientas de un proyecto de destrucción de la vida y las culturas. Cuando ya nuestra tierra no dé nada, comeremos maíz transgénico norteamericano, tomaremos alguna “cola”, comeremos hamburguesas y dependeremos cien por cien de las multinacionales.

Cuando el 14 de setiembre próximo se inicie en Nueva York la Cumbre M+5, probablemente la situación de nuestros pueblos sea peor que cinco años atrás. Ante estas circunstancias que mueven al pesimismo hay otras iniciativas derivadas de la Cumbre del 2000 que han echado a andar. La más importante de ellas es la Carta Social de las Américas impulsada principalmente por el presidente Hugo Chávez, que fue dada a conocer en abril de 2004 en el seno de la OEA[6]. Se trata de un documento internacional que, aun cuando sea firmado y ratificado por la mayoría de los países de la región, sin embargo, tiene escasas posibilidades de implementarse, dada la inspiración netamente neoliberal de las políticas económicas de todos los países de América Latina y el Caribe con excepción de Cuba y Venezuela.

Si no está entonces en la viabilidad del logro de los objetivos propuestos, ¿dónde radica el valor principal de la campaña por alcanzar las metas del milenio? Sin duda alguna en el impacto que se pueda lograr con la campaña emprendida para dar a conocer a los pobres, a los que realmente fueron objeto de las políticas neoliberales, sus derechos como seres humanos.

El actual gobierno paraguayo (y me temo que el próximo será lo mismo) no tiene en su agenda la erradicación de la pobreza. Tiene en agenda el traspaso de las últimas riquezas del país a las transnacionales y el aumento del caudal de las cuentas corrientes de sus personeros. La ignorancia en que sumieron a la población acerca de sus derechos como ciudadanos es un aliado para esta violenta usurpación. Si no se conoce, no se reclama.

De ahí que la campaña “Sin Excusas” para lograr los ODM debe encarar con prioridad, no tanto una campaña de lobby con autoridades que son probadamente insensibles sobre lo que le ocurre al pueblo, si no una campaña de educación a la población, diciendo: “usted tiene derecho a un empleo, a la alimentación, a la tierra, a la salud, a ser educado gratuitamente por el Estado. Todas estas cosas no son un regalo, son una obligación del Estado y si el Estado no las cumple no tenemos por qué respetarlo”.

Esta cosa tan simple, nadie se la dijo a nuestro pueblo. Nadie le dijo que los beneficios de los recursos naturales que hay en nuestro territorio pertenecen a los que vivimos en él y no a los piratas que se sucedieron en los míseros gobiernos que hemos tenido durante décadas. Son cosas simples.

La campaña, pues, no tiene excusas para obviar lo que es obvio. Solo el reclamo popular hará que algún día volvamos a ser el país que alguna vez fuimos.

  1. La Comisión Económica y Social de la Secretaría Ejecutiva de NN. UU.
  2. Derechos Económicos, Sociales y Culturales
  3. Objetivos del Milenio
  4. Partidas financieras de altos riesgos y rentabilidad
  5. Destrucción masiva e irreversible del medioambiente.
  6. En su Preámbulo, esta Carta toma en cuenta la Carta de la Organización de Estados Americanos, la Carta Democrática Interamericana, el Protocolo de San Salvador, la Declaración de Margarita y la Declaración de Nuevo León, que constituyen —siempre según el Preámbulo— los principales documentos en donde el foro hemisférico ha plasmado su planteamiento de erradicar la pobreza, la inequidad y la exclusión social en la región.