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Sin el sistema o estructura de los agronegocios, la producción de agrocombustibles hubiera sido imposible. Este complejo empresarial es el que da sustento a la provisión de insumos, producción, comercialización y distribución de los agrocombustibles, de ahí que no se pueda entender el porqué de los mismos si no se conoce cómo funciona el agronegocio. En este apartado se intenta dar una visión muy resumida de la estructura del mismo, enfocado principalmente a cómo opera en nuestro país.
Puede verse en el Diagrama de abajo que el sistema institucional oculto detrás de los intereses del agronegocio es complejo y sobre todo económica y políticamente muy poderoso. Lo que la mayoría de nosotros percibe a simple vista son los productores (sojeros, cañeros, ganaderos) y las grandes multinacionales de la agroexportación o semilleros, pero, como se muestra más abajo, el sistema de los agronegocios es algo mucho más complejo que solamente lo que está visible.
El diagrama de abajo permite imaginarnos de manera gráfica la cantidad de relaciones posibles entre los diferentes actores del sistema de agronegocios. Relaciones que son siempre relaciones de poder. De poder político, económico e ideológico/cultural, este último ejercido principalmente a través de la prensa empresarial.
Estos actores intervinientes en el agronegocio pueden agruparse de diferentes maneras, teniendo en cuenta que los que se muestran en el Cuadro son solo los que operan dentro del país. Sin embargo, los más importantes son actores internacionales.
Actores públicos nacionales: Gobierno (ministerios, poder legislativo, poder judicial, ministerio público, políticas implementadas, banca pública, sistema educativo).
Actores “públicos” internacionales: Convenios, Acuerdos y Pactos internacionales, organismos internacionales, organismos financieros internacionales, embajadas de ciertos gobiernos extranjeros.
Actores privados internacionales: Banca privada transnacional, procesadoras y comercializadoras, la industria biotecnológica, la industria petrolera, la industria automovilística (adaptándose a los agrocombustibles y demandándolos).
Actores privados nacionales: Productores, procesadoras y comercializadoras, bancos y financieras, importadores de maquinarias, equipos y tecnología, empresarios del transporte, contratistas de obras públicas, distribuidores y los demás que aparecen en el Cuadro del final del artículo.
Todos estos actores apuntan en una sola dirección: control de los recursos naturales, control del territorio con expulsión de poblaciones indígenas y campesinas, control del alimento (el arma política por excelencia), control del aparato estatal y con esto del sistema de toma de decisiones. Se trata de una verdadera ofensiva que adquiere una dimensión geopolítica, como lo afirman Bravo y otros autores (2007) refiriéndose a los agrocombustibles (aunque también es válido por supuesto para los agronegocios en general), “El sometimiento de los sistemas agrícolas locales al modelo industrial y a una demanda energética exógena es una cuestión política que implica relaciones de poder sobre los ecosistemas y los pueblos”.
En el caso concreto paraguayo, puede verse en el diagrama que se presentó que todos esos actores “que someten los sistemas agrícolas al modelo industrial” son poderosos; se relacionan unos con otros (los bancos financian la siembra, las cooperativas y agroexportadoras garantizan mercados, la prensa bombardea con los beneficios al país de estos empresarios, etc.), se apoyan y controlan las decisiones que toma el gobierno (ya sea con coimas, comisiones, beneficios), a su vez el gobierno emite ordenanzas, decretos, leyes, realiza otras acciones como reprimir a campesinos, imputar a líderes, etc., en directo beneficio de los diferentes actores del agronegocio.
La alianza de capitales de la industria automotriz, biotecnológica y petrolera es el reflejo de la nueva ola ofensiva internacional para continuar con el saqueo, la explotación de la naturaleza y la misma lógica de acumulación. La producción de combustibles a partir de cultivos agrícolas es una oportunidad más para continuar con las ganancias, pues de lo contrario podrían sufrir una crisis que obligaría a un cambio de paradigma del modelo de desarrollo.
El afán de impulsar la producción de biocombustibles, parece indicar una tendencia a pretender “administrar” la crisis ambiental desde el poder de los capitales petroleros y automotrices, pero que juega con fuego, al apostar en ello la reconversión de los territorios menos devastados (sobre todo los que están en manos de pequeños productores campesinos e indígenas), las áreas protegidas, la conservación de la diversidad biológica y agrícola y, sobre todo, los derechos de los pueblos.
La competencia por la apropiación de más tierras para el cultivo agroexportador está generando una migración masiva de productores ganaderos hacia el Chaco, aprovechando los altos precios que cobran por la venta de sus tierras, lo que dificulta sobremanera la posibilidad de establecer una política de compra de tierras para los campesinos y campesinas. Además, el plan de agrocombustibles que el gobierno está promoviendo no tiene en cuenta la situación campesina, que se agravará con el plan de expansión de los cultivos de soja, caña de azúcar, maíz, que actualmente insumen cantidades significativas de agrotóxicos.