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Juventud y migración, breve recuento del problema

Publicado en Revista Juventudes Observatorio de Juventud, Vice Ministerio de Juventud, setiembre 2011.
“Del Paraguay migran, principalmente, gente muy joven. Según estudios del año 2002-2003, el 48,6 % de los migrantes paraguayos que viven en Buenos Aires tienen entre 15 y 24 años. Y si se toma las edades menores a 35 años, el porcentaje total trepa al 96 %, solo en Buenos Aires. Al Paraguay esto le afecta muchísimo, ya que educa a su gente para que luego esa fuerza joven sea expulsada del país. Paraguay produce una fuerza laboral que luego no utiliza. El 80 % de los paraguayos en la Argentina llega en la edad más productiva de su vida: de 15 a 44 años.” Gerardo Halpern

En el año 2007 realizamos un estudio[1] en diferentes zonas rurales del país para medir el impacto del avance del monocultivo de soja en las comunidades campesinas. Ahí se encontró que de las 144 familias consultadas, el 81 % de ellas no tenía ningún miembro que pensara migrar y que no existía relación estadística entre el tamaño familiar y la propensión a migrar de sus integrantes (excepto en las de más de ocho integrantes). ¿Qué nos está diciendo este dato?

En primer lugar, nos dice que los y las paraguayas del campo NO quieren migrar, por deducción concluimos que los que migran (situación que obviamente afecta a más del 19 % de las familias rurales) lo hacen forzados por las circunstancias. Estamos entonces ante un fenómeno de expulsión y no de atracción migratoria para aprovechar oportunidades laborales que puedan existir en los lugares de destino. En segundo lugar, el hecho que la propensión a migrar no aumente con el tamaño del grupo familiar nos indica que —en este caso los y las jóvenes que son las que más salen a rebuscarse— preferirían seguir al lado de sus antecesores, recreando la cultura familiar y comunitaria. Este dato no es menor al analizar la problemática de la migración juvenil; saben, intuyen que lejos de la familia no la van a pasar tan bien como estando cerca de ella.

En ese mismo estudio, analizamos la situación de 111 migrantes que fueron encuestados en sus lugares de destino (la mayoría a CDE, Asunción, otras ciudades paraguayas) y les hicimos una pregunta muy simple, ¿qué percepción tenían de su situación ahora en comparación a cómo estaban antes de migrar?. Un 43 % dijo que estaban mejor o mucho mejor, un 34 % dijo que estaba peor o mucho peor y un 23 % dijo que estaba igual. Como puede verse, para un 57 % de los que migraron la migración no le mejoró su situación o la empeoró. El 85,6 % tenía 25 años o menos al momento de la consulta.

Debe considerarse al respecto que, no obstante la considerable proporción de población joven paraguaya nacida en el campo en las dos décadas pasadas, también Paraguay se acopla al patrón regional de vaciamiento juvenil[2]. En nuestro caso, además de los diferentes flujos y ciclos migratorios con destinos urbanos internos, y al exterior en búsqueda de puestos de trabajo, es preciso considerar los desplazamientos forzosos de jóvenes y familias campesinas enteras que se vienen produciendo como consecuencia del avance de los monocultivos transgénicos y la ganadería extensiva. Actividades que requieren muy poca mano de obra y van acoplando los predios más pequeños, contaminan con sus agroquímicos a los cultivos campesinos y a las mismas comunidades.

En otro estudio, del que se participó institucionalmente[3] un joven participante de uno de los tantos grupos focales del trabajo, expresaba textualmente: “la migración impone a los jóvenes, tanto urbanos como rurales, roles de adultos, ya sea a los que se van como a los que se quedan y se intensifica así la exigencia de la sociedad por ser adultos cada vez más temprano. La exigencia (el resaltado es mío) de migrar es mucho mayor para las personas jóvenes que viven en el campo, ya que, como se explicaba, numerosas y grandes dificultades para trabajar en la agricultura… La migración es desafiante, enriquecedora, emocionante, pero al mismo tiempo exige que se deje atrás a la familia, a los amigos, a la propia cultura, con todo el peso emotivo que esto comporta” (40).

Migración juvenil forzada que no necesariamente mejora las condiciones de vida de los que tomaron el camino de la separación familiar. Esta es una parte del drama del desarraigo de la juventud rural paraguaya, pero hay varios otros problemas…

Una preocupación que se manifiesta sobre todo por sus repercusiones en el ámbito escolar es el efecto que produce en los niños, adolescentes y jóvenes la migración de sus padres o madres. Sin embargo, los efectos no repercuten solamente en la escuela, sino que tienen que ver, en general, con el tipo de personalidad que se construye en un/a joven por efecto de la migración de sus padres. Hace poco tiempo se publicaron los resultados de un estudio de Global Infancia[4] en el que se afirma que “La migración de padres y madres al exterior produce trastornos emocionales, psicológicos y afectivos… a los niños, niñas y adolescentes se les niega el derecho de crecer en un hogar digno”. Otro trabajo aún inédito[5] es concluyente al aseverar que “el desplazamiento (o migración) forzoso genera impactos psicosociales en el individuo, la familia y toda la comunidad”.

El Paraguay rural-campesino es hoy una clara expresión de las pobres oportunidades que actualmente ofrecen los modelos de desarrollo rural. Así lo destacada la CEPAL y la OIJ[6]: “En las zonas rurales las condiciones de vida de la juventud son más críticas, lo que las convierte en claro factor de expulsión de jóvenes que emigran hacia las ciudades. La ruralidad entraña mayor incidencia de pobreza e indigencia, menores logros educacionales, empleos menos institucionalizados, más dificultad de acceso a activos productivos para la juventud, y condiciones especialmente críticas para jóvenes rurales indígenas…” (2008: 212-213). Idéntica situación esta de invisibilidad de la juventud rural que viene rigiendo por décadas en el Paraguay, con la característica que el Estado paraguayo, por un lado, ha frenado sistemáticamente cualquier fórmula de reforma agraria que no sea por el mercado inmobiliario privado y, por el otro, no se ha destacado precisamente por políticas públicas de distribución de tierras para jóvenes.

De manera sucinta, un relevamiento de los problemas generados por la migración juvenil es el siguiente:

En la comunidad de origen

  • Disuelve los lazos familiares, de amistades y comunitarios.
  • Crea diferenciación social entre familias con parientes migrados que reciben remesas y mejoran y las familias que no tienen migrantes que continúan en la pobreza.
  • El “efecto demostración” estimula otras migraciones, especialmente en los y las jóvenes, contribuyendo a la desaparición de comunidades.

En los hogares de origen

  • Si el migrante es jefe o cónyuge hay un principio de desintegración familiar
  • En no pocos casos se llega a la ruptura del vínculo, con las conocidas consecuencias
  • Las remesas en ocasiones son apropiadas por cónyuges irresponsables, quedando los menores, jóvenes y los adultos mayores en el desamparo.
  • Pérdida de contención en los menores, su socialización queda a cargo de la TV o de grupo de pares
  • Sensación de abandono y depresión en niños y adolescentes
  • Problemas de conducta en niños y adolescentes, aumento de la vulnerabilidad alimentaria, sanitaria, en consumo de sustancias psicotrópicas
  • Problemas en el desempeño escolar (repitencia, aplazos, conducta)

En el migrante

  • El desarraigo de sus lugares de origen provoca alteraciones psicológicas
  • Adquisición de nuevas pautas culturales (algunas buenas, otras no tanto)
  • Adquisición de otra visión de mundo

Principales problemas de los migrantes en el exterior

  • Por lejos, el principal obstáculo que deben atravesar todos los migrantes que llegan y piensan radicarse (temporal o definitivamente) en el país, tiene que ver con la regularización de su documentación migratoria.
  • Los abusos de autoridad a los que se ven expuestos.
  • Las dificultades para la Integración cultural en el nuevo contexto.
  • La discriminación de que son objeto por razones étnicas, de idioma, etc.
  • La Informalidad laboral en el lugar de destino.
  • La explotación sexual de mujeres jóvenes migrantes.
  • La trata de personas en el caso de las mujeres jóvenes.

Puede concluirse que más allá de todos los tratados, acuerdos y convenios internacionales referidos a la migración, la juventud, principalmente la juventud rural, tiene que hacer valer el primero de esos derechos, el derecho a no migrar. Y que las políticas públicas den las condiciones para que ese derecho tenga vigencia.

 

  1. Palau, T. y otros (2007) Los refugiados del modelo agroexportador Asunción, Base. Investigaciones Sociales
  2. “Para el año 2025 los jóvenes rurales serán un porcentaje menor del total de la población rural, a causa del envejecimiento prematuro del campo debido, entre otros factores, a la mayor propensión a migrar de los jóvenes”. (CEPAL/OIJ; 2008:.205).
  3. El proyecto se llamó “Juventudes Sudamericanas” del que —entre sus varias publicaciones— utilizamos el libro de conclusiones finales Juventudes Sudamericanas (2010) Río de Janeiro, IBASE/Polis/IDRCy.
  4. Francezón, Silvina (2010) Horizontes, movimientos y emociones. Explorando los derechos de niños, niñas y adolescentes en las migraciones. Asunción, Global Infancia.
  5. Almeida, E. y J. Rodríguez (2010) Salud mental de las personas desplazadas por el modelo agroexportador del monocultivo de soja, Asunción, Facultad de Filosofía, Univ. Nac. de Asunción. Tesis de grado en preparación (abril).
  6. CEPAL/OIJ (2008) Juventud y cohesión social en Iberoamérica, Santiago de Chile, CEPAL, LC/G.2391, octubre.