Doughman, Richard, 2011. La Chipa y la soja. La Pugna gastropolítica en la frontera agroexportadora del Este paraguayo. Asunción: BASE-IS. AECID.
Cuando hace ya algunos años leía el Documento Santa Fe II, en el que se deja explícito que —en pocas palabras— el alimento es un arma de control político de los pueblos, no tenía los suficientes elementos para imaginar que el futuro vendría tan rápido.
Hoy, algunos autores que analizan el control global sobre las poblaciones del mundo, hablan de armas silenciosas para una guerra tranquila. Son herramientas que no solo ayudan al disciplinamiento político de grandes masas sociales, sino que tienden a dejarlas sin cultura, sin identidad, que es la forma más segura de garantizar la irreversibilidad de los procesos. Cuando no tienen cultura, los pueblos dejan de tener memoria y son a la postre entidades en disolución. Sin duda alguna, la alimentación es una de esas armas.
Sacarle al pueblo su comida y en compensación ofrecerle otra cosa, por decir lo menos, “comida para pobres”, o basura, o chatarra, es un acto violatorio del más elemental de los derechos humanos de las personas. De esto trata el libro de Richard Doughman, de la guerra geopolítica entre la chipa, emblemático alimento paraguayo, y la soja, mercancía extraña y global para alimentar ganado en el extranjero o llenar tanques de gasolina con “biodiésel”.
Este proceso de penetración del agronegocio sobre la comida autóctona (aquella que le hace mencionar al autor que “la comida, antes que nada, es un vínculo directo entre quien come y la naturaleza”), casi invisible para la población urbana, es descrito meticulosamente en este libro, pionero por cierto, sobre un tema también invisibilizado en sus repercusiones: la comida. Lo dice el propio autor: “La presente investigación nació de una curiosidad por ver cómo las tensiones entre lo local y lo global se concretan en la comida en un lugar específico, la frontera agroexportadora en el Este del Paraguay, donde una cultura alimentaria local y en gran medida no industrial, colinda directamente con la producción mecanizada capitalista para la exportación”.
La estructura del trabajo guía al lector desde un inicio, en el que se hacen consideraciones teóricas sobre lo que es la cultura alimentaria, sobre cómo se fue estructurando el sistema alimentario industrial, y continúa sobre cómo el conocimiento así llamado “científico” se va imponiendo sobre el conocimiento local, aquel que se construyó desde hace milenios para satisfacer la más elemental de las necesidades humanas.
La descripción que el autor hace sobre la comida campesina paraguaya es a la vez rigurosa y amena, haciendo casi una disección de lo que implica cada plato, sus ingredientes, su vinculación con la cultura de sus comensales, sus prácticas productivas. Nos muestra incluso la estratificación social que desde muy temprano impregnó las prácticas de una gastronomía (paraguaya también) para ricos y otra para pobres. No hay un dejo de romanticismo en las explicaciones que Richard nos da.
Se adentra luego, dado que el trabajo está centrado en las regiones aledañas al norte del río Paraná, en lo que fue el proceso de colonización del eje Este de la región Oriental del país, con el inicio del monocultivo de la soja, la expansión de la ganadería de exportación, la forma en que actuó el Estado en esos (y en estos) momentos y la forma como las organizaciones campesinas enfrentan el despojo de las que están siendo objeto.
Las etapas del proceso alimentario campesino son estudiadas con una profusa información primaria recogida en dos comunidades de la región, luego de largas y reiteradas visitas a las mismas.
La producción, distribución, procesamiento, consumo y hasta la eliminación de los desechos son descritos en detalle. Luego enumera, describe y comenta las presiones que ejerce el otro sistema, el del agronegocio, sobre el sistema alimentario campesino; la exeliminaciónesina, la pérdida del territorio, la destrucción del ambiente, la contaminación genética, la forma de dominio del sistema alimentario industrial, la progresiva sustitución de alimentos locales por los industrializados, hasta la forma en que se produce esa decisiva interrupción en la transmisión de una generación a otra de esos conocimientos que permitieron el desarrollo de la gastronomía campesina y paraguaya.
En sus consideraciones finales, el autor aborda el tema central del libro: la relación entre el poder y el comer, como él lo llama, para luego el meollo del trabajo en la explicación de lo que es la “gastropolítica de la sojización”.
Bibliografía sobre alimentación y nutrición existe en buen número en el país. Allí el lector encontrará lo que se produjo hasta ahora, tanto desde el punto de vista de recetarios, relatos costumbristas, informes técnicos sobre datos nutricionales, como sobre los derechos humanos a la alimentación, o informes económicos referidos al tema, pero ninguno —al menos no de mi conocimiento— sobre las implicancias políticas y geopolíticas del proceso de producción y consumo de alimentos identitarios de una cultura. En este sentido, el aporte de nuestro autor es único y pionero.
Richard Doughman cayó, casi se diría por casualidad, en BASE Investigaciones Sociales, referenciado por una colega y amiga de la Universidad de Cuyo en Mendoza (a quien por cierto también agradecemos el buen tino de enviárnoslo), nos mencionó que Richard estaba por empezar su tesis de maestría en sistemas alimentarios y que había elegido venir al Paraguay. Lo recibimos al “gringo” con cierto escepticismo, pero pronto dio muestras de haber acopiado un cúmulo de información y sobre todo de interpretaciones sobre los hechos que estudiaba, que a la vez de novedosas coincidían con las interpretaciones de esos mismos hechos sociales que solemos hacer en BASE-IS. Este trabajo fue presentado por Richard para optar por la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Cuyo en Mendoza, Argentina.
Nuestros sinceros agradecimientos al autor.