La entrega del territorio. Puerto Casado: ofensiva neoliberal y caducidad de lo propio

Revista ACCIÓN N.º 251 – marzo 2005 CEPAG

Poco importó a quienes estuvieron involucrados en la transacción, qué buena parte de las tierras que la firma Casado vendió a la empresa “La Victoria”, subsidiaria de la ultraderechista secta Moon, no tenga los títulos sobre las mismas. Se trataba de una transacción entre poderosos y estos detalles administrativo-burocráticos no hacen más que molestar. De hecho, la condición jurídica de las “propiedades” no ha estado clara desde que el “emprendedor” empresario Carlos Casado las ocupara a comienzos del siglo pasado[1]. Parte de las tierras estaban tituladas, buena parte de ellas con serias adulteraciones en los registros y otra parte simplemente fue ocupada.

Además de este tipo de argumentos legales, podrían argüirse otros de tipo social, económico, histórico y geopolítico, para demostrar que la venta de tierras nacionales en una frontera estratégica y próxima a las nacientes del río epónimo no es sino, simplemente, la entrega del territorio nacional por plata.

En lo social parece claro que no se puede vender una tierra con pueblo y todo, esto es, con gente incluida y sus respectivas instituciones. En lo económico es curioso ver cómo una empresa de capital extranjero (Casado SA) vende a otra empresa de capital extranjero (La Victoria SA) sin que el Estado tenga arte ni parte. En lo histórico, podría resultar banal recordar el papel que jugó ese pueblo en los avatares de la odiosa guerra con Bolivia impulsada por intereses de las multinacionales petroleras, pero algo significa en el imaginario cultural del pueblo. En lo geopolítico, entregar distraídamente 600 000 hectáreas de frontera en una zona particularmente rica en biodiversidad, es distribuir soberanía territorial al mejor postor.

Es cierto que este tipo de genuflexión de los gobiernos latinoamericanos ante la insignia de los logos de las multinacionales es cada vez más frecuente. Es cierto también que los políticos que gobiernan el país más tienen de piratas que de ciudadanos, pero el caso Casado/La Victoria no es el de una multinacional cualquiera, por lo que merece algunos datos sobre quiénes son los dueños de esa empresa y por qué tienen tanta ascendencia sobre estos gobiernos.

El “Reverendo” Sun Myung Moon se considera la reencarnación de Adán y de Cristo. En 1992 —hay una profusa documentación anterior y más reciente— fue acusado, en un informe del Congreso norteamericano, de soborno, fraude bancario, venta ilegal de armas. Fue acusado también de intentar construir secretamente armas nucleares para Corea. Otro informe del Congreso indica también que la Iglesia de la Unificación del “reverendo” fue fundada por el director de la Agencia Central de Inteligencia de Corea, Kim Chong Pil en 1961 como un instrumento político.

El informe del Congreso expresa textualmente: “Kim Chong Pil organizó la Iglesia de la Unificación mientras era director de la Agencia Central de Inteligencia de la ROK (Republic of Korea) y vino usando la iglesia, con una membresía de 27 000 feligreses, como herramienta política”. Kim pertenecía al primer anillo de los oficiales norteamericanos que condujeron el golpe de Estado que llevó al presidente Park Chung Hee al poder en 1961. “Los miembros de la iglesia están activamente comprometidos en aumentar su membresía, principalmente en comunidades de agricultores. La iglesia tiene aparentemente mucho dinero ya que paga a gente influyente en dichas comunidades, fuertes sumas para afiliarse a la iglesia”[2] . Este interesante documento continúa relatando que la organización Moon gastó una alarmante cantidad de dinero en los EE. UU. en un esfuerzo por influir sobre el gobierno[3]. Más de U$ 800 millones gastó solo en la compra de Washington Times. Centenares de millones más fueron gastados en los periódicos Insight y Mundo, y decenas de millones en medios electrónicos, además de al menos U$ 40 millones en periódicos de Nueva York.

La casa editora de la Moon en Nueva York, la Paragon Press, recibió U$ 10 millones. Millones más fueron gastados en asociaciones de medios a nivel mundial y en la organización de conferencias, en organizaciones de la nueva derecha, incluyendo la American Freedom Coalition. Moon compró propiedades valuadas en millones de dólares, incluyendo el New York Hotel (U$ 100 millones), el Proyecto New Birth (U$ 75 millones), y empresas de pesca comercial (U$ 40 millones). Recientemente (para 1992) Moon gastó miles de millones de dólares para la construcción de una planta automotriz en China.

Dado que es poco lo que se conoce de este personaje y su “iglesia” en el país, permítaseme seguir citando a los dos periodistas antes mencionados quienes continúan: el increíblemente rico Rev. Sun Myung Moon tiene amigos poderosos en Washington y usa su influyente periódico, el Washington Times para hacer que estos amigos lo apoyen. Moon ha usado habilidosamente el miedo al comunismo para hacerse de poderosos aliados e intimidar a amenazantes enemigos.

Lo que pocos no entienden es que el comunismo realmente no le importa a Moon, es simplemente un estandarte que usa para ejercer una poderosa influencia en la sociedad (norteamericana).

En 1965, trabajando con la CIA coreana, Moon hizo su primera visita a EE.UU. Durante la caída del presidente Richard Nixon en 1973-74, (el Rev.) Moon capturó la atención de los medios de prensa norteamericanos apoyándolo. Viajó por todo el país proclamando “Perdonen, Amen, Únanse”. “El cargo de Presidente de los USA es sagrado” dijo Moon. “Dios ha elegido a R. Nixon para ser el Presidente. En consecuencia, solo Dios tiene el poder y la autoridad para sacarlo”. El 11 de diciembre, Nixon envió una nota de aprecio a Moon y a la iglesia de la Unificación por su apoyo. Cientos de seguidores de Moon se manifestaron frente a la Casa Blanca apoyando a Nixon. Moon recibió entonces una audiencia con Nixon y se abrazaron.

Recibió también proclamas que honraban a la Iglesia de la Unificación, de gobernadores como el de Georgia: Jimmy Carter y el de Alabama: George Wallace. Apoyos de los senadores William L. Scott de Virginia, Jesse Helms de Carolina del Norte, Mark Hatfield de Oregon y J. William Fulbright de Arkansas, así como del alcalde de Nueva York John Lindsay y William F. Buckley, Jr. Moon se sacó fotos y las publicó, con los senadores Hubert Humphrey, Strom Thurmond, James L. Buckley y Edward Kennedy.

Pero Moon ideó también un método particular de hacer lobby en Capitol Hill. Asignó tres lindas señoritas a cada senador de los Estados Unidos. “Déjenlas que tengan una buena relación con ellos. Una es para las elecciones, otra es la diplomática y la tercera para las fiestas. Si nuestras chicas son superiores a los senadores en muchos aspectos, entonces los senadores serán captados por nuestros miembros”, afirmó Moon en 1973.

El vocero de la Casa Blanca, Carl Albert, ha estado cercanamente vinculado con una mujer seguidora de la Iglesia de la Unificación. Varios congresistas eran entretenidos en una suite del hotel Washington Hilton por las “Moonies”. Todo lo que las chicas conocían de los senadores y congresistas entraba a los archivos confidenciales de Moon, incluyendo los detalles de la vida personal. El Rev. Moon fue el invitado del vicepresidente George Bush a las ceremonias de asunción de Reagan.

Se cita a Moon en muchas publicaciones diciendo, “Conquistaré y subyugaré al mundo. Soy el cerebro. Llegará el tiempo —sin que yo lo busque— en que mis palabras servirán casi como ley. Si pido algo, será hecho. Si no quiero algo, no será hecho”.

Como puede apreciarse, la empresa “La Victoria SA” con su propiedad de Casado, no es una empresa cualquiera, ni su jefe máximo es un empresario interesado netamente en negocios económicos.

En nuestro país tiene muchos defensores: medios de prensa, empresarios, senadores, diputados, oficiales de la policía y las fuerzas armadas, jueces, fiscales y hasta me atrevería a pensar que los más altos representantes del Ejecutivo. Se esgrime el argumento —ya trillado por cierto— de las inversiones extranjeras que deben ser atraídas y la gran cantidad de puestos de trabajo que estas generarán para los pobladores de la zona.

Hasta donde puede verse, la Iglesia de la Unificación —o secta Moon— no es una entidad filantrópica. Si gastó lo que gastó es para recuperar cuanto antes lo invertido, pagar la menor cantidad posible de impuestos, retener una reserva inmobiliaria estratégica destinada a multiplicar varias veces su valor original con el paso de los años y remesar las utilidades que llegue a generar, sin tropiezos de ningún tipo.

Cercano a Bush, miembro de una secta ultraderechista, corrupto, son características excesivamente familiares en un país “que ve la banda pasar”, al decir de aquella marcha de carnaval.

Cuando chico nos enseñaban en la escuela que la soberanía no se enajena. Se denostaba a algunos opositores con el mote de “legionarios”, porque sirvieron de peones de potencias extranjeras contra los intereses nacionales. Hoy, el concepto de soberanía —para algunos— ya debe ser eliminado del léxico castellano, para otros la soberanía empieza a ser considerada como un elemento central de la calidad de vida: si los paraguayos decidiéramos sobre lo que hacer con y en nuestro país, viviríamos mejor que si adoptamos recetas que vienen detalladas desde fuera, recetas que solo se ocupan de cómo sacar mejor el jugo a países gobernados por políticos abyectos.

  1. Se trataba de aprovechar el botín sobre los despojos que habían quedado del Paraguay pocos años después de la Guerra Grande y sacando tajadas de la inicua Ley de Tierras promulgada por el “patriota” Bernardino Caballero el 2 de octubre de 1883.
  2. Martin, Harri V. y David Caul (1992). “Moonies: seeking to influence the media”, Napa Sentinel, marzo 17.
  3. Y lo consiguió, ya que actualmente el “reverendo” es uno de los líderes espirituales del entorno más cercano del presidente Bush (jr.), dada la afinidad entre los postulados de la Iglesia de la Unificación y la rama metodista de la que es fiel el señor presidente.