Revista ACCIÓN N.º 236 – agosto 2003. CEPAG.
La Integración de la Infraestructura Regional para Sudamérica (IIRSA)[1], es el equivalente al Plan Puebla Panamá (PPP) para el área centroamericana. Ambos son proyectos complementarios al ALCA. Pero, a diferencia de este último, que está orientado principalmente al comercio y la invasión de productos y servicios norteamericanos a toda América Latina, se ocupan de proveer la infraestructura vial, fluvial, ferroviaria y comunicacional para facilitar el transporte y dorar de fluidos mecanismos de circulación a los productos que el neocolonialismo norteamericano impone e impondrá a los países sudamericanos.
No son pocos los empresarios paraguayos que defienden ardientemente el paso por nuestro país de corredores bioceánicos (carreteras asfaltadas) que, partiendo del Atlántico brasileño, lleguen hasta el Pacífico boliviano o peruano. Del mismo modo, mucho se ha hablado desde hace unos años de la ferrovía de la soja, ferrocarril que una las[2] regiones productoras de dicha oleaginosa y tenga como destino final algún puerto de los Estados brasileños de Paraná o San Pablo. Más polémica, pero igualmente defendida por numerosos empresarios, es la iniciativa de empezar la “construcción” de la hidrovía Paraguay-Paraná. El argumento indefectiblemente usado es que “ampliará nuestros mercados”.
Pero ni el empresariado nacional, ni —mucho menos— la ciudadanía en general, tiene una cabal idea del por qué y de las consecuencias de iniciativas como la de la IIRSA.
La empresa Monsanto, con casa matriz en los EE. UU., ha producido durante el 2002 la totalidad de la soja transgénica, además de otras semillas como las de maíz y la colza, también genéticamente modificadas. En ese año se cultivaron en todo el mundo 36,5 millones de hectáreas de la soja GM, lo cual representa algo más de la mitad de toda la soja cultivada en el mundo. Las semillas proveídas por esta única empresa han generado rindes que alcanzaron los EE. UU. 22 000 millones (llévese en cuenta que esa cifra es un poco más de tres veces el PIB paraguayo). La Monsanto es a su vez la única productora del glifosato utilizado como herbicida para dicho cultivo.
Con los productos de esta empresa como cascarón de proa, el imperio norteamericano pretende invadir los mercados mundiales y llegar al control total, monopólico, de la producción de un insumo que no es solo utilizado para la elaboración de balanceado para animales, sino que es componente del 60 % —en promedio— de todos los productos exhibidos en las principales cadenas de supermercados del mundo. Es, por lejos, el grano más versátil del que hoy se dispone.
Así como Irak contiene en su territorio el 12 % de las reservas mundiales de petróleo, lo que lo hizo altamente apetecible para su anexión a Norteamérica, así también la mitad sur del territorio sudamericano contiene no solo la totalidad del acuífero Guaraní, sino el mayor potencial para la producción de la soja mundial. Desde el Estado brasileño de Goiás al norte, hasta la provincia de Tucumán argentina al sur, y desde las proximidades del Atlántico, al Departamento de Santa Cruz boliviano, tal territorio (que incluye a todo el Paraguay) está destinado al monocultivo de soja transgénica (con algunos enclaves de productos regionales).
El IIRSA al igual que el PPP se suma a la capacidad expulsora de población de la soja transgénica. En esta circunstancia, el campesinado y las poblaciones indígenas están destinadas a emigrar, a dejar el campo. Se cumple así la utopía neoliberal, el campo no es para los campesinos.
A diferencia del PPP, que fue dado a conocer por el presidente mexicano Vicente Fox el 12-02-01 y que fuera divulgado públicamente los días 26 y 27 de junio de 2002 en una reunión de presidentes centroamericanos y funcionarios del Banco Mundial (BM) el proyecto del IIRSA sigue manteniéndose en el más estricto hermetismo. Ni Roberto Salinas, que es el coordinador nacional del IIRSA, ni los otros representantes paraguayos a las reuniones de dicho Antonio Adam Nill y Elianne Cibils Wilson Smith han hecho declaración pública alguna. La prensa paraguaya —siempre ajena a los temas de profundo interés nacional— tampoco ha dado la menor cobertura al tema (¿ignorancia o complicidad?).
El por qué, debe haber quedado ya relativamente claro: los intereses norteamericanos estratégicos pasan por el control monopólico, no solo de la producción de bienes y servicios (lo que se conseguirá con el ALCA) latinoamericanos, sino por el control de los alimentos, y muy en particular, de la producción de soja, el alimento por excelencia.
Veamos ahora qué contiene la IIRSA. Según sus declaraciones, oficiales “implica no solo mejorar la infraestructura en sí (vial, portuaria, aeroportuaria, fluvial, etc.) sino concebir un proceso logístico integral que incluya el mejoramiento de los sistemas y regulaciones aduaneras, de telecomunicaciones, la tecnología de información, los mercados de servicios de logística (fletes, seguros, almacenamiento y procesamiento de permisos, entre otros) y el desarrollo sostenible a nivel local”. El BID, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y FONPLATA son sus principales financiadores.
Los “ejes de integración y desarrollo” que fueron identificados por estos estrategas de la entrega planificada del territorio sudamericano a los intereses transnacionales de las empresas norteamericanas son: i. el Eje Mercosur (San Pablo-Montevideo-Buenos Aires-Santiago; ii. El Eje Andino (Caracas-Bogotá-Quito-Lima-La Paz); iii. El Eje Interoceánico Brasil-Bolivia-Perú-Chile (San Pablo-Campo Grande-Santa Cruz-La Paz-Ilo Matarani-Arica-lquique); iv. El Eje Venezuela-Brasil— Guyana-Surinam; v. el Eje Multimodal Orinoco-Amazonas-Plata; vi. El Eje Multimodal del Amazonas (Brasil-Colombia-Ecuador-Perú); vii. El Eje Marítimo del Atlántico; viii. el Eje Marítimo del Pacífico: ix. El Eje Neuquén-Concepción; x. el Eje Porto Alegre-Jujuy-Antofagasta; xi. El Eje Bolivia-Paraguay-Brasil y xii. El Eje Perú-Brasil (Acre-Rondonia).
Si aquellos son los “ejes”, los “procesos” son los siguientes: i. sistemas operativos de transporte multimodal; ii. Sistemas operativos de transporte aéreo; iii. Facilitación de pasos de frontera; iv. Armonización de Políticas Regulatorias, de interconexión, de espectro, de estándares técnicos y de universalización de Internet; v. instrumentos para el financiamiento de proyectos de integración física, regional y vi. Marcos normativos de mercados energéticos regionales[3].
Sobre este último punto, la IIRSA propone la interconexión eléctrica de los países menos industrializados con países más industrializados, los cuales aprovechan la hidroenergía y el gas de países como Bolivia, Ecuador (o Paraguay) para abastecer de energía a economías más electro intensivas como Brasil y Perú[4]. Glenn Switkes, miembro del equipo permanente del International Rivers Network[5] es explícito al afirmar que “los proyectos de la IIRSA se están realizando sin ninguna consulta y con mínirna información dada al público sobre cómo será mantenido el medioambiente y los niveles sociales de la región”.
Las consecuencias que tendrá para la región son múltiples y son mejor conocidas por el mayor avance de la agresión del PPP. En Tapachula, Chiapas, en marzo de 2001; en Xelajú, Guatemala, en noviembre del mismo año; en Managua, Nicaragua, en julio de 2002[6]; así como en México, el 1 de febrero de este año[7] (2003), se han realizado multitudinarias protestas campesinas e indígenas. Según un sindicalista de la sierra Loxicha en México, “al imponer el PPP el propio Estado mexicano crea las condiciones para el surgimiento de grupos guerrilleros”. Gouverneur agrega: “En efecto, como megaproyecto de inversión totalmente inadaptado a regiones donde todavía reinan los caciques y los pistoleros, este plan no puede más que reforzar la corrupción, la expoliación y el paramilitarismo” (ibídem, 13).
Así como el PPP, la IIRSA pretende “sacar a la gente de la pobreza” al estilo norteamericano. Los planes American style vienen implementándose desde principios de los años 1960 a partir del proyecto de la Alianza para el Progreso; después de este ha habido decenas de planes oficiales para resolver el flagelo del subdesarrollo, a pesar de los cuales el número de pobres no ha dejado de aumentar en toda América Latina.
Recursos naturales a ser apropiados, soja transgénica, acuíferos, gas natural, hidroelectricidad, uranio, yacimientos petrolíferos, propositadamente cerrados en el gran Chaco americano, son algunas de las pocas riquezas de las que el nuevo imperio pretende apropiarse a través de una nueva colonización (500 y tantos años después). La colonización por el ALCA y la IIRSA expresan esa voluntad imperial de seguir creciendo a costa de la desgracia y la pobreza de millones de latinoamericanos.
- Informe parcial sobre el IIRSA puede ser encontrado en http://www.iirsa.org/esp/ plan/plan.shtml ↑
- Iniciativa esta que ha suscitado la alianza de redes de ONG, académicos y algunos pocos sectores políticos de los cinco países de dicha cuenta que apelaron a organismos internacionales para denunciar documentalmente la irracionalidad ambiental y social de dicho emprendimiento. ↑
- Extraído del “Plan de Acción para la Integración de la Infraestructura Regional en América del Sur”, IIRSA. ↑
- Aguirre, Monti (2002) “Latin American rivers endangered by regional developmentschemes”. En, World Rivers Review, Vol. 17, N.º 5-6, 12-13, December. ↑
- Para consultas ampliatorias, remitirse a www.irn.org ↑
- Moro, Braulio (2002) “Una recolonización disfrazada”, Le Monde diplomatique, Buenos Aires, noviembre. ↑
- Gouverneur, Cédric (2003) “Resistencia indígena en Oaxaca”. Le Monde diplomatique, Santiago de Chile, julio. ↑