Diario La Nación, 29 de abril de 2004.
No se trata solo de un medio de transporte ahorrador de divisas, ni siquiera de que sea el único medio que nos queda que prescinde de las transnacionales petroleras y automotrices, es que el Ferrocarril Carlos Antonio López representaba simbólicamente la memoria de un país que se la pudo contra el poder imperial británico de la época. Borrar al ferrocarril es borrar parte de la memoria histórica del paraguayo. Hoy, un rematador público subasta sus rieles y “chatarras”.
La frase del título pertenece a Roberto Calderoli, vicepresidente del Senado italiano y coordinador de la ultraderechista Liga Norte. Fue pronunciada como crítica al llamado que hicieran los padres de los italianos secuestrados en Irak a realizar una gran movilización hoy jueves en Roma para evitar la ejecución de sus hijos. La frase se refiere a que el mundo está lleno de idiotas, que cada segundo nace uno. Si bien el refrán es sabio, al parecer el Sr. Calderoli es también hijo de la misma madre, debe ser porque no tiene ningún pariente secuestrado en Irak.
Esto viene a cuento por la cortedad mental de los administradores de turno de la economía paraguaya, y su no menor falta de patriotismo y de interés por su pueblo. Tomemos un ejemplo, el IBR anunció que de los Gs. 13000 millones (algo así como U$ 2,280 millones) que tenía asignado en su presupuesto para compra de tierras para todo el año, acaba de gastar Gs. 8 000 millones para solucionar uno de los casos esta semana en San Pedro (le quedan solo U$ 877 000 para el resto del año). Esta es una razón aducida a las organizaciones para decir que ya no pueden comprar más tierra. De acuerdo al criterio gubernamental, un importante grupo de familias campesinas deberá esperar quizá el próximo ejercicio fiscal (¡calcule usted!) 2005, para ver si le toca la lotería de obtener un lote.
Mientras tanto, durante el 2004 lo que Paraguay deberá pagar en concepto de servicios de deuda externa es de aproximadamente U$ 270 millones. A los precios pagados por IBR esto equivale a 575 000 hectáreas. Lo que debe comprenderse es que mientras haya que pagar (“honrar” dicen los técnicos) esa deuda externa, no habrá posibilidad alguna que el gobierno haga inversión social. O sea, se prefiere estar bien con los bancos extranjeros a costa del sufrimiento y el hambre del propio pueblo. ¿Podría llamarse a esto un gobierno que defiende al pueblo?
Vaya y pase si la deuda externa paraguaya fuese toda legítima. O si estuviéramos en un período de floreciente crecimiento económico. Pero nada de eso. Estamos más estancados que carreta en esteral y una gran parte de la deuda externa paraguaya es ilegítima. Desde el gobierno no se escuchó pedir una auditoría de la misma, ni una quita (como lo han hecho varios países en el mundo), ni siquiera se escuchó que Nicanor se sumase a la posición de Kirchner y Lula de decir que se prorrateará el pago de la deuda según el crecimiento del PIB. Nada de eso. Sumisión genuflexa al FMI. Y así nos va…
Este mismo criterio descuidista con respecto a los intereses nacionales se observa en otros directores y presidentes de empresas del Estado y entes autárquicos varios. Entrega del patrimonio nacional por el servilismo a los intereses extranjeros. Un caso que mueve a indignación es el de Ferrocarriles del Paraguay S.A. (fíjese el SA que le pusieron, están por ponérselo al país, cosa que de repente no queda mal para algunos: República Sojera del Paraguay S.A.). Pues bien, se trata de favorecer a las transnacionales.
Pasa lo mismo con la solapada intención de privatizar INC (ayer lo mencionaba el presidente del principal sindicato de la cementera), ES- SAP, COPACO, ANDE, se trata de desregular el precio del gasoil (para regodeo de las transnacionales), o sea, de convertir a lo que alguna vez fue el Paraguay en una especie de carnaval para los intereses del capital multinacional.
Pero lo del Ferrocarril pasa ya la raya de la estupidez argumentativa de los neoliberalitos. Van a subastar 12 000 toneladas de rieles (entre Sapucai y San Pedro del Paraná) a Gs. 270 el kilo, y 500 toneladas de lo que ellos llaman “chatarra” (vaya a saber qué incluyen entre esos hierros viejos) a Gs. 120 el kilo. Si esto no es rematar poco a poco al país, ¿qué es? Bueno, dicen que con esa plata van a hacer “un tren de turismo” hasta Sapucai. ¡Habrase visto imbecilidad semejante!
El ferrocarril es una competencia a las transnacionales del petróleo, a las transnacionales automotrices y a las que producen autopartes, ya que —aunque el tren fuese a gasoil— la unidad de carga transportada por un tren por litro de combustible consumido, es radicalmente mayor que cuando se la transporta en camiones. Los camiones son comprados a transnacionales, consumen repuestos de transnacionales, cargan gasoil (desregulado a partir de poco tiempo) de transnacionales, van sobre rutas de asfalto que es un derivado de petróleo producido por transnacionales. El petróleo y sus derivados le cuestan al país, divisas. Con el ferrocarril se ahorraría un montón (ahorro que quizá podrían dárselo al IBR para que compre tierras para los campesinos), pero nada… se trata de hacer lo que les dicen desde el norte.
Pero aún peor, el Ferrocarril Carlos Antonio López fue un orgullo para el país. Es más, podría decirse que representó el dinamismo de una gran cantidad de pueblos y ciudades por los que circulaba, formaba parte de la identidad asuncena. Es parte de la memoria histórica y patrimonio económico y cultural de todo un pueblo.
El dicho italiano que usó este Calderoli llega a tener vigencia —como se ve— universal. Hay muchos hijos de esa madre eternamente embarazada.