Revista ACCIÓN N.º 261 – marzo 2006. CEPAG.
La prensa empresarial se vino ocupando profusamente de los efectos que la sequía produjo sobre la soja. Las pérdidas para el sector más adinerado de la agricultura paraguaya y las pérdidas para las transnacionales de la agroexportación ocupan siempre un lugar destacado en la prensa empresarial.
Otro tanto ocurre con la preocupación gubernamental sobre el algodón, también afectado por el fenómeno climático. Llamativamente, las protestas campesinas recientes vinculadas a los reclamos por el algodón no son objeto de represión como las demás. Eso se debe a que al gobierno le importa mantener los cupos y márgenes de ganancia de las desmotadoras, de las agroexportadoras y el bienestar de los integrantes del exclusivo club CADELPA, Cámara Algodonera del Paraguay.
Ni qué decir de los problemas que afectan a la ganadería: la aftosa y la sequía de los pastos son tratadas como una “cuestión nacional”, al decir del presidente de otro no menos exclusivo club: la ARP, Asociación Rural del Paraguay.
La soja, el algodón, las vacas. He aquí el modelo primario exportador del país, que supedita todo lo demás a sus intereses corporativos. Las ofensas a este sistema son consideradas ofensas al país.
La sequía, hecho concreto, real, tiene, sin embargo, varias otras aristas y derivaciones que no son percibidas por el gran público de los medios empresariales, pero que sí son —¡y vaya sino!— por la mayoría de los habitantes rurales, que son esencialmente campesinos.
Resulta que la sequía afectó no solo los sojales, los algodonales y los pastos, afectó también a todos los demás rubros agrícolas y entre ellos, a los de subsistencia: el maíz, la mandioca, los porotos, en fin todos aquellos productos de los que comen y viven los algo más de dos millones de campesinos que todavía existen en el país. Así las cosas, este largo año que queda por delante (hasta noviembre por lo menos) será un año marcado por el hambre y la consecuente desesperación de esas doscientas y tantas mil familias que viven de su chacra. Esto lo sabe el gobierno y por la forma como actúa parece estar preocupado. ¿Cómo se manifiesta esa preocupación? De varias maneras, veamos al menos dos.
Si no hay pan, al menos que haya circo. La campaña electoral del Partido Colorado fue una gran cortina de humo para tapar la gravedad de la situación económica y social de la población y a la vez, para enardecer los ánimos de ese millón y medio de afiliados que dice tener dicho partido. Esto hizo olvidar (al menos eso creen) aunque sea por un momento, las penurias de esas familias que siguen teniendo el pañuelo colo’ó en el cuello o en algún rincón de la casa. Pero eso ya pasó y el hambre y la malnutrición continúan.
Por otro lado, volvieron a reaparecer los “guerrilleros” de Oscar Latorre (exfiscal general del Estado) denunciados inmediatamente, y casi sin pruebas ni información a la población (ahora por Latorre’í) como instruidos y/o visitados, equipados e inspirados por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Ahora no es Patria Libre, es la OCN (Organización Campesina del Norte). O sea, de criminalizar a partidos de izquierda, se pasó a criminalizar a las organizaciones campesinas. Este punto no deja de ser interesante.
¿Qué hacen —entre otras cosas— las organizaciones campesinas? Ocupan tierras ociosas, obstruyen el paso de los corte y trillas a los sojales, cortan rutas, “roban ganado” (cuando en realidad son abigeos profesionales al servicio de encumbrados políticos locales), se instalan en oficinas públicas. Todo esto ofende al sistema latifundio-soja-algodón y deben ser considerados subversivos.
Surgen entonces sugerentes conexiones. ¿Le interesa a la Embajada norteamericana una segunda Colombia en el cono sur? ¿Tienen algo que ver los anuncios del hallazgo (¡por fin!) de gas y petróleo en el Chaco con el interés norteamericano? ¿O la subida de Evo Morales, o el independentismo brasileño en materia de comercio exterior? ¿Molesta esto a EE. UU. o entorpece sus planes para asentarse en territorios del acuífero Guaraní? Si le interesa una segunda Colombia está faltando un actor para poder imponer acá también el Plan Paraguay (como lo hizo con el Plan Colombia): faltan los guerrilleros, faltan las FARC, o sea, las FARP. Ya hay unas fuerzas armadas incompetentes y mayormente corruptas, ya hay grupos armados de la mafia, de la droga operando hace años, ya hay también paramilitares al servicio de sojeros y latifundistas. Pero claro, esos son “amigos”, faltan los enemigos y esas son las FARP. Sin este personaje la opereta se queda sin guion.
Pero esta inquietud no es solo de Nicanor o los sectores más ultraconservadores del reducido espectro político nacional. Lo es también de la derecha del cono sur. Veamos como ejemplo el caso brasileño[1].
El pasado 29 de noviembre fue aprobado y remitido a la Cámara de Diputados en Brasilia un informe elaborado por la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación (CPMI) de la Tierra. En él se propone considerar los hechos de ocupaciones de tierra como “actos terroristas”. Una vez revisado y aprobado el proyecto de ley por diputados, la misma CPMI remitirá el instrumento al Ministerio Público que decidiría sobre las medidas a adoptar. Es más, se está solicitando al Congreso la creación de una nueva CPMI en 2006, esta vez articulada ya directamente contra el Movimiento de los Sin Tierra (MST).
Para el movimiento campesino esto representa un peligro, porque “una lucha contra las ampliaciones mediáticas del debate en torno a la cuestión del terrorismo, en momentos en que este término está siendo utilizado y manipulado por el poder neoliberal en todo el mundo con fines claramente propagandísticos, sí supondría un gran esfuerzo organizativo y de medios para el MST, como lo está siendo ya para cualquier otro movimiento que intente constituirse como alternativa sociopolítica o simplemente aportar un debate constructivo. ‘Terrorismo’ devendrá en la acumulación progresiva de significados (en el año 2003, un informe del ejército de los Estados Unidos, siempre interesado en cuestiones lingüísticas, contaba más de 100 definiciones) y, por lo tanto, en la pérdida del valor comunicacional de la palabra, no deja de asustarnos esa táctica de laboratorio, de ensayo y error, que se maneja como intento de criminalización cali/descalificatorio hacia todo aquel que no está en el supuesto lado correcto”.[2]
Existen, pues, obvias aunque invisibles relaciones entre las instrucciones que se reciben en el Palacio de López, en la Vicepresidencia (el Vice viaja a menudo a Washington), en la Fiscalía, y las ansias de saqueo que mueven a las multinacionales norteamericanas, con el pensamiento de latifundistas, ganaderos y sojeros, o sea de la derecha de la región.
Para el sistema primario exportador los campesinos son seres superfluos, sobre todo están de más en el campo; deben ser expulsados para que las riquezas que alberga el suelo rural puedan ser rentablemente explotadas por la agricultura, la ganadería y la minería[3] empresarial.
En este sentido, la sequía viene de perillas, ya que acogotará aún más la escuálida economía campesina, obligando a que, en 2006, el desplazamiento económico forzoso del campesinado a las ciudades se acentúe más allá de las 100 000 personas/año que se estimaba salían del campo cada año en el último quinquenio.
El peligro de una “sublevación del pobrerío” sin embargo, no puede ser descartado, para ello Nicanor ahora desde el gobierno y desde la ANR deberá extremar su ya hasta ahora manifiesta tendencia al autoritarismo y pasar a un gobierno de acción represiva directa. El anillo perfecto para ese dedo es sin duda la “guerrillerización” del movimiento campesino. Nada extraño sería que personajes infaltables en ambas cámaras del Parlamento den el nihil obstat a esta política y la legalicen con las mismas herramientas que intentan hacerlo sus pares brasileños. Del resto se encargarán la obsecuente Fiscalía y el no menos supeditado Poder Judicial. Si a pesar de todo, el pobrerío se resiste a dejar de comer, vendrán las gloriosas Fuerzas Armadas paraguayas o los paramilitares para zanjar el pleito.
“Ahora solo tenemos lluvias de frentes, ya no aquellas producidas por la humedad ambiente”. “La deforestación está íntimamente vinculada a la sequía que se verá agravada por la nueva aparición del fenómeno de la Niña en el Pacífico ecuatorial”. Estas son declaraciones de una meteoróloga, tomadas (no recuerdo si) de un diario o una radio. La ganadería y el modelo sojero son netamente expoliadores de los recursos forestales (como en su momento lo fue el algodón), la desaparición de la masa boscosa y la contaminación del agua superficial y los acuíferos adelantarán el problema de la escasez del recurso en nuestro país. Pero CAPECO quiere llegar a los 4 millones de hectáreas del grano forrajero y los ganaderos siguen expandiendo sus propiedades. Por su parte, la Embajada norteamericana quiere asegurarse la completa colonización del país para que sus multinacionales operen acá, con mayores facilidades que en su propio territorio y para mantener a raya a gobiernos díscolos de la región.
¿Dónde quedan los campesinos afectados por la sequía? “Mire, allá al fondo, a la izquierda”.
- Esta noticia puede ser consultada, para mayores detalles y de manera directa, en: www.rebelion.org del 13/02/06 con el nombre de “Diputados brasileños solicitan una nueva ley para clasificar la ocupación de tierras como ‘delito hediondo’ y que jurídicamente se contemple como ‘acto terrorista’”. Komité de Apoyo al MST de Madrid. ↑
- Artículo citado de Rebelión. ↑
- Incluyendo a las cuatro mil y tantas empresas extranjeras que ya han obtenido licencia para la explotación del agua. ↑