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Los actores del modelo: gremios y empresarios bien alineados

Publicado en la Revista Acción, N.º 317, agosto 2011 – Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (CEPAG).

Se habla mucho de “modelos” pero se dice poco de lo que es un modelo, de lo que se entiende por la palabra o el concepto de modelo. El mapa de un país es un modelo, o el plano de una casa. O sea, es la simplificación de una realidad en la que se presentan solo sus elementos constitutivos más relevantes, no sus detalles. Cuando por ejemplo se habla de tal o cual modelo económico se alude a lo que caracteriza el funcionamiento de la economía de un determinado país: su producción principal puede ser agrícola, industrial, orientada al mercado interno o a las exportaciones. Para que un modelo económico funcione se requiere del concurso de una buena cantidad de actores que lo implementen: políticas públicas elaboradas por funcionarios, instituciones como el parlamento o la justicia conformados por políticos que defienden el modelo, por determinados grupos de productores que lo implementan, por empresas, etc.

En el caso paraguayo, todos estos actores que implementan el modelo agroexportador del agronegocio juegan un rol gravitante en la implementación de un sistema productivo que está empobreciendo rápidamente al país por varias vías: la ocupación de grandes extensiones de tierra, la mecanización expulsora de mano de obra, la emigración del campo a la ciudad, la deforestación, la contaminación del suelo y el agua y varios otros mecanismos. Entre esos actores llama la atención, la agresividad política y la desmesurada apetencia de lucro económico de quienes genéricamente se autodenominaron los “gremios de la producción”[1].

Puede afirmarse que la mayoría de los “viejos” gremios (los hay nuevos) son los responsables de haber edificado y consolidado una casi omnipotente oligarquía de base agraria que ha mantenido al país —hasta ahora— fuera del proceso de industrialización sustitutiva, modelo que fue característico de buena parte de los países sudamericanos durante las primeras seis décadas del siglo pasado. De ser exportador de carne, madera y yerba mate hasta los años 50, pasó a ser exportador de carne, algodón y soja posteriormente. O sea, el país se mantiene desde la Guerra de la Triple Alianza desarrollando un modelo primario exportador. La industria aporta, desde que hay censos económicos, entre y 16 % del PIB. Pueden haber cambiado los rubros, pero los actores responsables del dolor paraguayo (al decir de Rafael Barret) siguen agrupados en los mismos tipos de gremios.

El carácter expoliador de los mismos encontró un medio propicio de expansión con la dictadura de Alfredo Stroessner que fue sostenida y extendida en gran parte por la alianza entre la élite político militar y actores privilegiados del sector privado. En esta época entraron a fortalecerse los llamados gremios empresariales, que brindaron una fuerte base de sostenimiento a la dictadura desde el sector privado, especialmente aquellos vinculados a las contrataciones públicas. Estos oportunos aliados eran beneficiados a través del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, que mantenía una clientela de consorcios y empresas de amigos que eran adjudicados en todas las licitaciones con obras sobre facturadas para dejar importantes beneficios. Pero estos actores no fueron los únicos. Aníbal Miranda[2] por su parte, afirma que también la UIP, FEPRINCO, la ARP, la Cámara Paraguaya de Bancos y la Cámara de Importadores se vieron beneficiados con franquicias y exenciones para juntar y mover libremente el capital doméstico[3]. Esta relación de los gremios empresariales con el poder no se detuvo con la caída de la dictadura. Su influencia, poder y beneficios continuaron en las siguientes décadas.

Una nota especial merece la ARP, creada sobre las ruinas y despojos de la Triple Alianza en 1885 por ganaderos que ocuparon, merced a las dádivas de los gobiernos de ocupación y la recientemente emitida Ley de Tierras Públicas de octubre de 1883 promulgada por Bernardino Caballero, inconmensurables extensiones del territorio paraguayo. Dice Armoa que con el correr del tiempo la misma fue integrada por antiguos y nuevos hacendados y ganaderos beneficiados por el stronismo, siendo un soporte fundamental para la dictadura. Se dieron protección mutua, pues gran parte de los agremiados acapararon grandes extensiones de tierra ilegítimamente a través del IBR.

Mediante y en gratitud a esto, los miembros de la ARP construyeron un gremio poderoso que apoyó las políticas del gobierno. A través de ellos, la dictadura mantuvo control sobre la población en las zonas de influencia de sus estancias y enclaves pecuarios. El poder de los asociados a este gremio está dado tanto por la tierra que poseen[4], como por el ganado en sí mismo y la cantidad de dinero que mueven anualmente. Su poder se ha potenciado durante las últimas décadas por el sostenido incremento de los precios internacionales de la carne y su vinculación a frigoríficos/ exportadores. Un dato poco conocido y de alto interés para el consumidor nacional atendiendo el sostenido incremento del precio interno de la carne: en 2008 (que es el último año del que se tiene datos) de 1.149.338 de cabezas que fueron faenadas, 1.022.911, o sea el 89 % fueron exportadas y solo el 11 % o sea, 131.099 cabezas vendidas en el mercado interno. Es lógico que internamente los precios se disparen. Este comportamiento despreciativo hacia el abastecimiento interno, y la complicidad gubernamental para regular estas prácticas, muestran, entre varias otras cosas[5], el carácter eminentemente depredador del gremio y su enorme contribución al “modelo” agroexportador.

Como se mencionó, el sector industrial paraguayo participa poco, o casi nada, en el “modelo” de crecimiento impuesto por el gobierno mundial de las multinacionales para la subregión del cono sur sudamericano. A pesar de ser uno de los dos gremios empresariales más antiguos del país, a la UIP, creada en 1936 en pleno período contradictorio y efervescente de la revolución de febrero, le ha tocado históricamente un papel secundario en la definición de las políticas económicas nacionales, así como a la AIP, un desprendimiento de la UIP cuyo líder, Arturo Jara Avelli intentó tomar una posición de defensa del proceso de industrialización nacional. La FEPRINCO, Federación de la Producción, la Industria y el Comercio, fue fundada por acuerdo del Primer Congreso de Entidades Económicas del Paraguay que se reuniera en Asunción, los días 18 y 21 de abril de 1951. Al poco tiempo, al asumir Stroessner, este gremio se supedita totalmente a las consignas políticas emanadas del dictador. Su historia y la de algunos de sus presidentes están estrechamente vinculadas a la corrupción y al enriquecimiento por vías poco legales de muchos de sus integrantes[6]. Si bien esto no desmerita integralmente al gremio, al menos muestra su acrítica adscripción a un “modelo” económico que no ha significado progreso alguno para el país.

Por otra parte, la migración brasilera se inicia a fines de los años 60. El cultivo de la soja empieza a expandirse a partir del año 1973, cuando había 137 000 hectáreas sembradas, y en 1980 alcanza las 400 000 has. A comienzos de ese año se funda CAPECO, (que maneja el sistema soja-trigo-maíz-girasol) y aglutina a los empresarios que posteriormente serán los actores encargados (junto a los ganaderos de la ARP) de dirigir el funcionamiento del agronegocio en el país, conjuntamente con gremios como la CAP, APS y otros, que establecieron fuertes vínculos con las empresas proveedoras de insumos para los rubros genéticamente modificados (Monsanto, Nidera, Syngenta) y con las empresas encargadas de la agroexportación (Cargill, ADM, Bunge, Dreyfus).

En abril de 2005, titulares de varias asociaciones, coordinadoras y gremios empresariales dieron lugar a la creación de la UGP integrado por las siguientes entidades: Asociación de Productores de Semillas del Paraguay (APROSEMP), Asociación de Productores de Soja, Cereales y Oleaginosas del Paraguay (APS), ARP, Cámara de Fitosanitarios y Fertilizantes (CAFYF), Coordinadora Agrícola del Paraguay (CAP), Cámara Paraguaya de Sanidad Agropecuaria(CAPASAGRO), Cámara Paraguaya de la Stevia (CAPASTE), Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO), Cámara Paraguaya de la Carne (CPC), Federación de Cooperativas de Producción Ltda. (FECOPROD), Federación Paraguaya de Madereros (FEPAMA), Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Centro Azucarero Paraguayo (CAP), y la Cámara Paraguaya de Exportadores de Sésamo (CAPEXE). Estas 14 nucleaciones empresariales reúnen a los principales actores que producen para el agronegocio en el país[7].

Estos “gremios de la producción” desarrollaron durante los últimos años no solo una ofensiva en cuanto a su presencia activa (y destructiva del ambiente y de las condiciones de vida de poblaciones indígenas y campesinas) en el sector rural, sino una campaña de obstrucción de las iniciativas gubernamentales para implementar los intentos de reforma agraria, por sí o a través de sus numerosos representantes en el parlamento, el poder judicial, el ministerio público e incluso de algunos ministerios del Ejecutivo. Son los más genuinos representantes del capital multinacional en el sector agrario y responsables de un “modelo” que nos volvió a los paraguayos y las paraguayas, más pobres, más desiguales, más aislados de nuestros vecinos y en consecuencia con menos posibilidades de una recuperación nacional. El gobierno de Lugo se ha mostrado débil a la hora de plantear e impulsar políticas transformadoras para el desarrollo económico, como las necesarias para mejorar la situación fiscal y agraria, y ante esas vacilaciones los gremios patronales han sido intransigentes y agresivos en la defensa de sus intereses y privilegios.

Estos actores principales del modelo se han constituido en un muy efectivo y pesado ancla para la conservación del contradictorio modelo económico del Paraguay, generador de riquezas para el pequeño sector que concentra los medios de producción, así como de la marginación y precariedad de las mayorías sociales del país.

  1. La información aquí contenida fue extraída principalmente de los artículos de Armoa, Miguel (2011) El presidente de la Feprinco se habría enriquecido en negocios con la dictadura, en E’A, julio 1, y La historia prohibida de los gremios de la producción: UIP, FEPRINCO y ARP, en E’A, julio 22
  2. Miranda, A. (2001) Crimen organizado en Paraguay, Asunción, Miranda y Asociados.
  3. Miranda dice en esa obra textualmente lo siguiente: “A los nucleados en la UIP, FEPRINCO, ARP, Cámara Paraguaya de Bancos, Cámara de Importadores y otras similares le tocó franquicias y exenciones para juntar y mover libremente el capital doméstico…”.
  4. Una estimación gruesa dada por un técnico de una conocida ONG conservacionista internacional habla de que sus socios detentan 10 de los 15 millones de hectáreas de la región Oriental del país.
  5. Armoa (2011) cita por ejemplo el caso de “un reconocido integrante de la Asociación Rural del Paraguay, quien presidió el gremio por varios años, José Ignacio Bobadilla Barudi, alias “Yiyo”. Según figura en el informe de la Comisión de Verdad y Justicia, el ganadero, pese a no ser campesino sin tierra y, por lo tanto, no beneficiario de la Reforma Agraria, percibió en 1967 unas 2.691 hectáreas en el distrito de presidente Hayes, del departamento con el mismo nombre. Título número 56.675. Durante el gobierno de Luis Ángel González Macchi, volvió a percibir unas 4.320 hectáreas en el distrito de Mariscal Estigarribia, departamento de Boquerón. Finca número 21.089, título número 191.947. El expresidente de la Rural también fue beneficiario de los insólitos créditos realizados por el Instituto de Previsión Social (IPS) entre 1993 y 1998. El ente realizaba por entonces préstamos como si fuera un banco de plaza, supuestamente para reactivar la economía. Yiyo Bobadilla percibió 5.500 millones de guaraníes de crédito durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy.
  6. Como muestra un ejemplo: según Armoa (2011) “Eduardo Felippo, presidente de la Federación durante Stroessner integraba el directorio de la firma Trafopar, socia de la consultora ETIC, que monopolizó por muchos años los servicios de consultoría en Yacyretá y tenía como socios a integrantes de Electropar. Los principales directivos de ETIC eran Jorge Prieto Conti, socio de Emprendimientos, de Electropar y de Electromon, además de alto funcionario de la ANDE cuando se firmó el tratado de Itaipú. Además, Felippo fue miembro del directorio de la Cervecería Internacional SA, aquella aventura empresarial que se gestó bajo el gobierno de Wasmosy. En tal carácter, siendo amigo del presidente de la República, obtuvo un crédito sin condiciones por 15.000.000.000 de guaraníes. Una vez agotado el dinero de los asegurados, mal invertidos y despilfarrados, la cervecería quebró e IPS recuperó apenas los despojos de una de las tantas estafas contra el Instituto.
  7. Aunque según el portal de la UGP faltan algunas de relevancia como; la Asociación de Productores de Aceites Vegetales, la Cámara Paraguaya de Molineros (cuyo presidente, Andrés Trociuk Levko es un importante empresario), la Cámara Paraguaya de Industriales Lácteos, la Cámara Algodonera del Paraguay (CADELPA), entre otras.