Nuevo Mesías para viejos pobres, el algodón transgénico

 

Revista ACCIÓN N.º 269 – noviembre, 2006. CEPAG.

Según una información proveída por funcionarios de rango medio y alto de una importante desmotadora hace unos seis meses, en la recepción de la cosecha de algodón del ciclo agrícola 2005-2006 se ha detectado que poco más, poco menos, el 14 % del algodón desmotado era transgénico. Fuentes dignas de todo crédito aseguran que para el ciclo 2006-2007, que se inició con la siembra a mediados de setiembre pasado, existía almacenada en varios depósitos clandestinos, suficiente semilla para sembrar 100 000 hectáreas de la fibra, sobre un total de 240 000 hectáreas, que es el pronóstico de siembra para este próximo ciclo.

Con esta progresión de 14 % de inicio el primer año, 42 % el segundo, es probable que en tres años más la totalidad del algodón producido en el país sea transgénico.

El disfraz

¿Qué hay por detrás de este avance de las semillas genéticamente modificadas? En las zonas algodoneras, las radios de Frecuencia Modulada locales, en su mayoría por supuesto controladas por grandes comerciantes, políticos o empresarios, hablan de las bondades de la semilla; que ya no le atacarán las plagas, que no va a hacer falta usar insecticidas, que tampoco se van a hacer carpidas, ya que bastará echarle matatodo (Roundup), que el campesino va a poder descansar más, que se va a hacer de plata con seguridad y comodidad. Es la propaganda; es la mentira.

Una de las cosas que se esconde y no se dice en esas radios de empresarios y politiqueros es que toda la semilla transgénica de algodón en el Paraguay es ilegal. E ilegal, por doble mano. En primer lugar, ingresó al país de contrabando, en consecuencia es semilla mau, viene en bolsa blanca, o sea, no identificada. En el envase no se identifica quién la produjo, qué tipo de semilla transgénica es, no hay papeles de pago de impuestos aduaneros. En resumen, fue introducida por “empresaurios” o políticos colorados vinculados al poder; son cortesanos que actúan con la impunidad que les otorga ser amigos del Rey.

En segundo lugar, es ilegal porque su siembra comercial aún no fue aprobada por el SENAVE y el Ministerio de Agricultura; a comienzos de octubre ni siquiera había sido aprobado para cultivo experimental (proceso de experimentación que debiera tomar tres años para su aprobación final). Debe tenerse en cuenta que el principio de precaución contemplado en la misma Política Ambiental Nacional (PAN) y el compromiso asumido por el gobierno nacional a través del Convenio sobre Diversidad Biológica, ratificado por Ley de la Nación Paraguaya 253/93, en su artículo 8, inciso g, taxativamente expresa: “Establecerá o mantendrá medios para regular, administrar o controlar los riesgos derivados de la utilización y la liberación de organismos vivos modificados como resultado de la Biotecnología”.

Es quizás esta normativa, la que le hizo decir al director del SENAVE a fines de setiembre que, con apoyo de la Fiscalía, su organismo verificaría los plantíos para determinar con un procedimiento rápido si el algodón ahí cultivado es o no transgénico; de serlo, se procedería inmediatamente a su destrucción. Esto conllevaría enormes pérdidas al pequeño productor, ya que no solo se quedaría sin el fruto de su trabajo, sino con deudas por las semillas e insumos a los proveedores. O sea, implicaría la ruina del productor campesino.

Las cosas que no se dicen

Existen dos tipos de semillas de algodón transgénico; las que son resistentes a tres tipos de orugas (y solo a tres) que se llama algodón Bt[1], y el algodón RR[2] resistente al herbicida.

Un primer problema práctico es que el campesino recibe la bolsa de semillas (a U$ 100 la unidad, o sea, Gs. 530 000 contra Gs. 120 000 como máximo que cuesta la bolsa de semilla convencional) sin saber cuál es su contenido; de hecho, en esa bolsa están mezcladas las semillas Bt y las RR creyendo que lo que compró es a la vez resistente al herbicida y a los gusanos, lo cual es falso. O es para los gusanos, o es para el herbicida. Llegado el momento de la fumigación, el campesino le echará matatodo y matará tantas plantas de algodón como semillas de Bt haya sembrado, porque las semillas Bt NO son resistentes al herbicida. A su vez, las semillas RR sembradas que contenía la bolsa, serán atacadas por las plagas del algodón y producirá pérdidas de mucha importancia. En resumen, una situación muy riesgosa.

Para muestra, se cita lo que pasó en la India (que como se sabe es un gran productor de fibra de algodón de muy alta calidad). En ese país el algodón Bt ha causado una ola de suicidios de campesinos, quienes han perdido su fuente de subsistencia por causa del fracaso económico de este transgénico. El gobierno del estado de Andhara Pradesh en India, informó en el 2002 que en el primer año de la siembra, el algodón Bt resultó en una producción cinco veces menor que el algodón convencional.

Los transgénicos tienen riesgos enormes e impredecibles para la salud humana, los ecosistemas y la agricultura tradicional. El algodón Roud-up Ready (RR) está modificado para permitir el uso de agrotóxicos más poderosos, ocasionando un impacto social y ambiental, poniendo en peligro la biodiversidad en general y la salud de las familias, con preferencia mujeres y niños cuya fuerza de trabajo es ocupada principalmente en el rubro del algodón.

Tampoco se dice que ambos tipos de algodón transgénico, el RR y el Bt, causan dependencia de los agricultores hacia las corporaciones que venden semillas patentadas, porque socavan las bases de la economía familiar campesina al eliminar las semillas nativas. Esto representa una amenaza a la Soberanía Alimentaria del pueblo, porque afectará tanto a productores como a consumidores, y solo aportará ganancias millonarias a corporaciones como la Monsanto, Cargill y otras.

A todo lo señalado anteriormente, se adiciona el factor de la contaminación de cultivos ocasionada por los rubros transgénicos, lo cual se agrava con la falta de leyes claras sobre la responsabilidad penal y comercial en este tipo de situaciones, ya que se convierte en un obstáculo para que los campesinos accedan a la administración de justicia para reclamar sus pérdidas a las corporaciones que introducen estos transgénicos de manera ilegal.

Qué se busca y quiénes están por detrás

Lo que se busca es introducir al mercado una semilla que es apta para su siembra y cosecha mecanizada. Es una semilla que por su longitud y características puede ser trabajada con máquinas cosechadoras de gran porte.

Esto quiere decir que en pocos años más, una vez que el uso de dichas semillas se haya generalizado, los precios de los insumos, el precio internacional, las regalías que haya que pagarse por las patentes a Monsanto, harán que el cultivo de algodón solo sea rentable a gran escala, como lo es hoy la soja, que —como todos sabemos— es un rubro solo para grandes propietarios capitalizados o para empresas.

Esto significará, lisa y llanamente, la acelerada desaparición del campesinado. Son 120 000 pequeños productores algodoneros los que —ellos mismos— se están poniendo la soga al cuello para que, una vez llegado el momento, las corporaciones multinacionales pateen la silla sobre la que están parados. Si asumimos que cada una de estas familias tiene en promedio 10 has serán un millón 200 000 hectáreas las que el sector campesino transferirá al sector empresarial de la agricultura paraguaya. ¿Qué harán esas 120 000 familias una vez que ya no estén en el campo?

El terreno se viene preparando: no es admisible que los empresarios con sus radios FM, los politiqueros y funcionarios corruptos de turno sigan prometiendo lo que saben perfectamente que no se va a cumplir; buenos precios y prosperidad para el campesino transgénico. Con un dólar a Gs. 5.300 será imposible pagar un precio que cubra ni siquiera los gastos que demandará la siembra y cosecha de una ha de algodón. El campesino perderá esta vez por partida doble. Por sembrar un rubro que no tendrá precio en época de cosecha y porque estará dictando la sentencia de su propia desaparición.

El campo debe estar en manos de las grandes corporaciones multinacionales. Este es el objetivo del neoliberalismo en su manifestación en la agricultura. Los campesinos deben abandonarlo, ya que en la tierra está la riqueza del futuro. En la tierra están los alimentos, en la tierra está el agua, en la tierra están las fuentes de energía, en la tierra está la renta diferencial del suelo, en la tierra está la construcción de paisajes para el turismo de 5 estrellas. En la tierra reside la principal fuente de superganancias para el capitalismo neoliberal que ya está con nosotros.

Si no entendemos estas cosas tan simples, por supuesto que no vamos a entender por qué están en nuestro país fuerzas militares norteamericanas, o por qué se abandona al campesinado a su suerte, o por qué se fomenta la siembra de commodities en detrimento de la producción de alimentos.

Si no entendemos aquellas cosas tan simples, no podremos entender por qué somos tan pobres y seremos más pobres en el futuro.

  1. Porque contiene genes del Bacillus Thuringensis, un bacilo que mata a determinados tipos de gusanos.
  2. O sea, Roundup Ready, que quiere decir que se puede usar con el herbicida Round Up, o sea el matatodo, que mata los yuyos que crecen en el algodonal.