Rumsfeld en Paraguay. Ni puntadas sin hilo, ni visitas sin motivo

Revista ACCIÓN N.º 257 – setiembre, 2005. CEPAG.
El Pentágono tiene entre sus planes inmediatos expandir el Plan Colombia al resto del continente. Esto significa instalar en cada país de América Latina la preocupación por la droga y el terrorismo, dos problemas que no son latinoamericanos sino norteamericanos. Una vez instalados (lo que en otros términos significa, legitimados como ámbito de preocupación política de los gobiernos y civil de la población), la fase siguiente es su combate, para lo cual hará falta extremar las medidas de “seguridad” que en términos prácticos significa restringir las libertades civiles, tal como el Patriot Act lo hizo en Estados Unidos.

Qué buscan

El analista de temas internacionales Manuel Freytas[1] apunta cuatro objetivos de la estrategia militar de los Estados Unidos que está sustentando la expansión del Plan Colombia a nuestros países:

i. Control geopolítico: alinear en un mismo programa y en una misma agenda política a los gobiernos regionales —tanto “progresistas” como “neoliberales”— en un eje vertebrador central que es la defensa de la democracia regional amenazada por el narcotráfico y el peligro del “terrorismo internacional” (Plan de acción institucional).

ii. Control militar: alinear–mediante acuerdos de cooperación militar, tratados, entrenamiento y operaciones conjuntas— a los servicios de inteligencia, policías y ejércitos regionales en un plan estratégico de “combate contra el terrorismo”, cuyo eje organizador y operativo es el Comando Sur de Estados Unidos (Plan contraterrorista).

iii. Control social: alinear a los gobiernos regionales —mediante convenios de seguridad y entrenamiento conjunto— en un mismo plan represivo contra los conflictos sociales, cuya consigna aglutinadora es la de preservar a la sociedad del “caos y la violencia terrorista” de las organizaciones sociales, los sindicatos y los partidos de izquierda que proponen y realizan huelgas, tomas de fábricas o de empresas, o bloqueos de rutas (Plan de contención de conflictos sociales), y

iv. Control económico: hemegonizar— mediante acuerdos y convenios de defensa continental contra “terrorismo” el dominio militar estratégico alrededor de las fuentes de recursos naturales: petróleo, reservas energéticas, agua, y riquezas de biodiversidad (Plan de apropiación de recursos naturales y de estructuras económico— productivas).

Instalando el problema

Acosado por los problemas económicos y el fantasma del agotamiento de recursos naturales estratégicos para el futuro inmediato, el sector duro del actual gobierno norteamericano (conocido como “los halcones”) ha ido desplegando desde hace ya un tiempo una compleja estrategia continental que se vio favorecida por los acontecimientos del 11-S.

Esta estrategia, centrada según ellos en el fantasma del “terrorismo internacional”, fue diseñada por la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa, es decir, los máximos proveedores de inteligencia a la Casa Blanca.

Detallar todos sus componentes resultaría por demás extenso para un artículo como este, se rescatan solo algunos de ellos.

Por un lado, convencer que el enemigo está en América Latina, que el terrorista no es solo un señor con túnica y turbante que está allá lejos en medio oriente. Para ello se sindica a las FARC como agrupación “narco-terrorista” que está desarrollando vínculos cada vez más estrechos con Al Qaeda y que se expande por el resto del continente. Tarea que —en la mente notablemente retorcida de los estrategas norteamericanos— cuenta con el apoyo de Cuba y Venezuela (¡¿).

El asesinato de Cecilia Cubas, en el cual se encontraron involucrados militantes de Patria Libre, sirvió como demostración que las FARC operan en el Paraguay (¡dando asesoramiento por correo electrónico!). Un jingle de la SENAD advertía de la peligrosísima presencia de guerrilleros colombianos en nuestro país. El embajador de dicho país en Asunción se vio en la necesidad de negar rotundamente la presencia de miembros de las FARC en el Paraguay. Posteriormente, una campaña de los medios empresariales daba cuenta de la “entrada masiva” de colombianos, venezolanos y cubanos al Paraguay. La embajadora cubana salió al paso también, desmintiendo la existencia de tales ciudadanos de su país en el nuestro. ¡Hasta la llamada anónima advirtiendo de la existencia de una bomba en Emergencias Médicas a los seis meses del hallazgo del cadáver de Cecilia Cubas fue endilgada a las FARC!

¿Qué se busca? Convencer a la opinión pública que las FARC están entre nosotros, que son peligrosas, que tienen planes terroristas y finalmente, que coordinan con Al Qaeda.

Según Freytas en el artículo ya citado, para los que manejan y procesan información estratégica, el sustento funcional del plan, su argumentación central, fue claramente expresado por el director de la CIA, Porter Goss, durante un informe que brindó ante el Senado, a fines de febrero pasado.

En su exposición ante el Comité de Inteligencia del Senado, el director de la CIA señaló que las “células clandestinas” de la red Al Qaeda, los “terroristas” de las FARC, y las ambiciones nucleares del régimen de Irán, son las principales amenazas que enfrentan los intereses de EE. UU. en el mundo.

Además, indicó que el conflicto bélico en Irak, “aunque no es una causa del extremismo, se ha convertido en una causa para los extremistas islámicos”, que, según el jefe de la CIA, ya se encuentran operando en EE. UU. y América Latina. Advertencias similares fueron formuladas ante el Comité de Inteligencia del Senado por el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller.

Por otro lado, la estrategia norteamericana tiene otro componente que actúa como el tuco para los tallarines: complicar a Cuba y Venezuela con las FARC en supuestos planes y operaciones para desestabilizar la región, principalmente Bolivia. En sus primeros pasos, la metodología de mezclar en una misma bolsa a Cuba, Venezuela, las FARC y las organizaciones combativas de ultraizquierda (sobre todo de Bolivia) intentaría demostrar que el “terrorismo”, tanto local como internacional, está operando en forma fusionada para potenciar sus resultados “criminales” a nivel mundial, incluido el territorio latinoamericano.

El nuevo esquema estratégico “contraterrorista” diseñado por los técnicos de la CIA y el Pentágono, sigue diciendo Freytas, tiene al Comando Sur como eje vertebrador central, en tanto que los servicios de información, las policías y los ejércitos latinoamericanos —salvo los de Cuba y Venezuela— se convirtieron en sucursales de las políticas de inteligencia diseñadas para el control operativo y estratégico de Washington en la región.

En ese sentido, los expertos en Washington no descartan a corto plazo un “11-S latinoamericano”, un atentado terrorista demoledor en América Latina, que termine por ensamblar (como sucedió en Europa con el 11-M español y los de julio en Londres) un plan “contraterrorista” latinoamericano suscrito por todos los gobiernos de la región. El que “no descarten a corto plazo”, más bien quiere decir que son esas agencias norteamericanas arriba citadas quienes lo estarían diseñando.

En este revoltijo, más propio de un guionista de Hollywood que de “expertos en inteligencia”, nuestro país hace —una vez más— el papel de bobo de la película. Y esto con mucha benevolencia. Hugo Olazar de Clarín, recoge en este sentido las declaraciones de Castiglioni: “Ellos dicen que quieren irradiar un proceso de estabilidad desde Paraguay y nosotros estamos de acuerdo en construir una nación y un continente más seguro a partir de un Paraguay más seguro si EE. UU. colabora con nosotros”. Para bobadas basta este ejemplo.

Es en este marco que el Secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, realizó una visita al presidente paraguayo Nicanor Duarte a los efectos de “ratificar el compromiso en la lucha contra el terrorismo”. Esto es, esa visita debe inscribirse en el marco más amplio de lo apuntado anteriormente. Visita que —como sabemos— estuvo adecuadamente precedida por la aprobación parlamentaria a la presencia de tropas norteamericanas en nuestro país en 13 misiones hasta fines del 2006.

De aquí Rumsfeld fue al Perú, donde está el presidente latinoamericano más rechazado por su pueblo (solo un 8 % lo considera bueno o aceptable), el Sr. Toledo. Ahí volvieron a poner el mismo disco, la misma cantinela de vodevil; que Cuba y Venezuela desestabilizan la región. Esas declaraciones fueron casi simultáneas a la primera promoción de 1.600 médicos latinoamericanos graduados en Cuba. ¡Notable forma de desestabilizar la del comandante Fidel Castro, cuidando de la salud ajena!

La visita de Rumsfeld no fue para que Nicanor le pida una ampliación del cupo de azúcar orgánica o de la carne (presidente dicho sea de paso, que hace de gerente de marketing de AZPA y de la ARP), aunque no fue para eso, no perdió la oportunidad de pasar el sombrerito para seguir mendigando. La visita del ministro de Defensa norteamericano fue para dejar en claro que el Paraguay es una ficha estratégica de los planes militares norteamericanos para el cono sur.

  1. Especial para IAR-Noticias. El plan “contraterrorista” del Pentágono en el Cono Sur. ¿A qué fue Rumsfeld a Paraguay? Agosto 16, 2005. www.iarnoticias.com