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Sobre el paro cívico

Diario La Nación, 17 de noviembre de 2004
Cuando los agrotóxicos se usaban en el campo, lejos de la ciudad, no pasaba nada. Cuando se derrama en un pueblo cerca de la capital se pone el grito al cielo. ¿Somos tan ciegos para no ver más allá de nuestras narices?

El paro se preparó para reclamar el incumplimiento del gobierno de los acuerdos sobre once puntos alcanzados hace tres meses; demás está decir que el gobierno no solo no cumplió, sino que ni siquiera respondió por escrito la solicitud como había dicho que lo haría. En las últimas semanas, como resultado de esas mentiras, se reiniciaron las ocupaciones, el ministro Ibáñez autorizó el uso de agrotóxicos, los latifundistas amenazaron al presidente que si no actuaba pondrían en su lugar a Castiglioni, el presidente, conocedor de dónde está el poder y a quién hay que obedecer sacó a los militares a los campos, falleció en un desalojo violento con la cabeza rota un campesino, y el paro se inició.

La mañana del primer día del paro, o sea ayer, apurado en resolver esto, quizás por su viaje de hoy a Venezuela y Costa Rica, el Pdte. invitó a los dirigentes del Frente a una reunión donde, de nuevo, se comprometió a cumplir algunos puntos de la agenda inmediata sugerida por los obispos en una reunión el lunes pasado: devolver a los militares donde deben estar, sus cuarteles, respetar los derechos humanos en casos de desalojo, pero, deslindó jurisdicciones en el pedido de liberación de los presos sociales, los 200 y tantos campesinos detenidos por fiscales “celosos del cumplimiento de la ley”. A todo esto, por sentencia de los ministros de la Corte Suprema de “Justicia”, el lunes pasado liberaron a Orué, el expresidente de la ANDE, otro integrante de la mafia gubernamental. Esta justicia, como se ve, atiende los pedidos de los que tienen plata. Veremos qué dicen cuando se solicite la liberación de los más de 200 campesinos que no tienen dinero para dar “compensaciones” por su libertad. Queda claro que la justicia en el Paraguay no tiene mucho que ver (por no decir, nada que ver) con la legalidad. Las leyes son una cosa, la justicia es otra cosa. No hay por qué confundirlas. Pero volviendo al punto. Los reclamos de los sectores trabajadores del Frente volvieron al punto cero de hace tres meses. Ahora se reclama subsanar las agresiones sufridas por el campesinado en ese período, y las demandas económico-sociales originalmente planteadas, pasaron a un segundo plano. Esta es la táctica de los poderosos: ceder supuestamente, pero sobre un terreno ganado, a sus enemigos: los pobres.

Lo que está en cuestión es el modelo de acumulación. ¿Cómo se hace plata en el país, y quién se apropia de ese dinero? Esto es, en síntesis, lo que significa el modelo de acumulación. ¿Cuál es el que tenemos? Por un lado, el de entregar el país a las transnacionales (ganan estas y se llevan la plata fuera); por otro, el de lucrar a costa del Estado a través de la evasión, el contrabando, la adjudicación de licitaciones amañadas, etc. (ganan los corruptos); por otro, el de tener tierra ociosa y especular con la renta de la tierra (ganan los latifundistas) y finalmente, el de hacer producir marihuana y traficar con otras drogas (ganan los narcos). Puede apreciarse que es un modelo de acumulación notablemente favorable para una minoría y empobrecedor para la mayoría. Sobre las características de este modelo giran las demandas del Frente Nacional de Lucha por la Vida y la Soberanía.