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“Las grandes contradicciones de nuestro tiempo pasan por el uso del territorio”.[1]
Que el 85 % de la tierra esté en manos del 2,5 % de los propietarios[2] es un dato duro. Es un dato que muestra el interés de las oligarquías agrarias por el control territorial. No importa ahora que casi 300 000 familias campesinas deban debatirse en solo dos millones de hectáreas, lo que importa es mostrar que la tierra forma parte de un territorio en constante disputa. Vivimos una verdadera guerra por el espacio.
En efecto, para entender el territorio, debe tenerse presente que es un espacio en disputa, la conformación del territorio supone siempre una disputa política. La definición del territorio es, por encima de todo, eminentemente política.
“La guerra por el espacio” se dirime entre poblaciones locales y elites transnacionalizadas (pero no solo contra ellas, también contra la oligarquía ganadera) que portan formas de concebir el territorio (formas de territorialización) sin asumir las responsabilidades de las consecuencias que puedan ocasionar en esos lugares (impactos negativos en lo económico[3], lo político[4], lo cultural[5], lo ambiental[6]), y excluyentes de los habitantes que allí viven y permanecen[7]. Con la globalización se instaló el debate sobre el desanclaje territorial logrado por el gran capital, sobre su capacidad adquirida de desterritorializarse, de moverse de aquí para allá. Dentro de esta concepción, el territorio se presenta como realidad estática, aquello que está allí, lo que permanece inmóvil, inmutable, reducido a un dato “geográfico”. Así, cosifica al territorio, como si fuera algo que existe con independencia de los que allí viven y de los que lo configuran cotidianamente.
“El mito de la desterritorialización es el mito de los que imaginan que el hombre puede vivir sin territorio, que la sociedad puede existir sin territorialidad, como si el movimiento de destrucción de territorios no fuese siempre, de algún modo, su reconstrucción sobre nuevas bases. […] Entendemos que no hay individuo o grupo social sin territorio, es decir, sin relación de dominación y/o apropiación del espacio, sea ella de carácter predominantemente material o simbólico […]”[8].
En un territorio, lo que está en disputa es el para qué y el para quiénes de un espacio determinado. El agronegocio o los emprendimientos empresariales de aprovechamiento de recursos naturales (soja, agua, petróleo, gas, minerales, etc.) someten, sin consulta previa, a poblaciones locales y sitios, a los efectos de una explotación que se controla y se dirige desde distantes lugares (por ejemplo: desde centros urbanos nacionales o internacionales). De esto resulta la conformación de territorios excluyentes, es decir, en El campo sin campesinos, con capataces y tractores. El campo sin Estado, en donde mandan los directorios de las multinacionales. El campo sin bosques ni diversidad, con desiertos verdes. Los productores de alimentos, comprando (cuando pueden) alimentos en los supermercados de las ciudades: es el modelo del agronegocio. Es la desterritorialización del campesinado y la territorialización de los intereses corporativos. Es la lucha por un territorio en disputarlos cuáles las poblaciones locales son expropiadas del acceso a los recursos naturales del lugar o a las riquezas que allí se generan.
- Santos, Milton, “O retorno do território”, en Santos, De Souza y Silveira (org.), Território: globalização fragmentação, São Paulo, Editora Hucitec, 1994. ↑
- Dato proveído por el último Censo Agropecuario, no publicado. ↑
- Por ejemplo, control del precio del algodón a productores territorialmente concentrados en una localidad o colonia. ↑
- Por ejemplo, sucesiones familiares en cargos destacados (intendentes, concejales, etc.) que perpetúan un estilo político antipopula. ↑
- Por ejemplo, controlando las radios fm y otros medios de comunicación social. ↑
- Por ejemplo, introduciendo monocultivos que degradan el suelo, usando biocidas que contaminan, deforestando, usando material transgénico que contamina variedades locales de semillas, etc. ↑
- Empobreciéndolos u obligándolos a la emigración. ↑
- Haesbeart, Rogerio, O mito da desterritorialização, Brasil, Bertrand, 2004. ↑