Compartir:

Un incompleto ejercicio para imaginar nuestro futuro como sociedad. Por qué nuestro país acelera su camino hacia la desintegración social

Publicado en la Revista Acción, N.º 320, noviembre 2011 – Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (CEPAG)
“Los crecientes niveles de desempleo global y la mayor polarización entre ricos y pobres crean las condiciones necesarias para la aparición de disturbios sociales y una guerra abierta de clases a una escala nunca experimentada, con anterioridad, en la historia humana. El crimen, la violencia indiscriminada y el estado de guerra de baja intensidad son aspectos incipientes de esta nueva situación” (…). Jeremy Rifkin, El fin del trabajo[1]

Sin apelar a la sociología, el estar desintegrado significa no estar unidos. Al hablar de social se hace referencia a que afecta a todos, desde el individuo aislado a los grupos pequeños, a las asociaciones y al cuerpo social en su conjunto. La desintegración social es así un proceso de acentuación cada vez mayor del “sálvese quien pueda”. Se propone acá que nuestro país entró en esto desde hace ya unas décadas y sigue avanzando.

Según la mayoría de los autores que se refirieron a este tema, hay un conjunto de características de una sociedad que llevan a que sus integrantes se enfrenten unos a otros en una interminable cadena de conflictos en vez de formar un cuerpo cohesionado en torno a metas comunes. Este proceso conduce a una pérdida creciente de todo sentimiento de intereses comunes.

En el cuadro que aparece en la siguiente página se hace un ejercicio (incompleto por cierto) acerca de hacia dónde estamos yendo como sociedad como resultado de lo que hemos podido observar durante los últimos años. Es incompleto porque cada uno puede agregar decenas de otras tendencias que le tocan más de cerca y que afectan su modo su vida.

Luego de leer el cuadro se puede concluir que todas estas cosas vuelven a la gente agresiva, frustrada, desconfiada del otro, egoísta, individualista. Pensemos cuánto tiempo llevamos viviendo en estas condiciones y sacará usted sus conclusiones sobre cuán desintegrada está nuestra sociedad y, lo que es peor, cuánto más desintegrada puede llegar a estar.

Si bien en este análisis se tomaron solo las tendencias negativas, dado el tema mismo del artículo, no todas las tendencias que podemos observar son de este cariz, pero son lo suficientemente importante como para inclinar la balanza hacia una prospección más bien desintegradora de los intereses comunes que debieran primar en una sociedad que se piensa con un futuro mejor, con que otro Paraguay es posible.

La desintegración social que se avizora es reversible, puede cambiarse, aunque para ello hace falta una decisión política. La solución es política, pero es obvio que con las estructuras políticas actuales y los políticos actuales poco o nada podrá hacerse para revertir un futuro que se presenta mas bien oscuro.

Un mapa de tendencias sin pretensiones anticipatorias

Lo que venimos arrastrando Lo que probablemente ocurra en el futuro inmediato Sus previsibles consecuencias (cinturones de seguridad, abrochados)
Altos niveles de desempleo. Alta probabilidad de que se mantengan.

 

Desocupación y precarización del trabajo con su consecuente impacto sobre la constitución de los lazos familiares. Aumento de la violencia familiar contra mujeres y niños.
Creciente desigualdad entre ricos y pobres. No hay indicios de que disminuya. Mayores disturbios sociales de carácter pre-políticos (violencia, inseguridad, etc.).

Agudización de la lucha de clases de los ricos contra los pobres (medidas anti-pobres: impuestos regresivos, controles policiales, barrios privados, securitización, discriminación por “portación de rostro”, y otros).

Escasa presencia del Estado. Continuará, a excepción de su faceta represiva que tenderá a aumentar. Mantenimiento del cacicazgo en amplias regiones del país, lo que implica una privatización de la autoridad con su carga de arbitrariedad y descoordinación de políticas.
Altos niveles de corrupción. Se mantendrá. Continuarán el drenaje de fondos públicos y su impacto sobre la inversión social. Coimas.
Prevalencia del clientelismo político. Nombramientos de funcionarios ineptos para la gestión pública.
Las instituciones no cumplen, o lo hacen muy deficientemente, sus funciones. Podría darse una tenue, casi imperceptible, corrección de esta tendencia. Leve mejoramiento en la histórica inoperancia de la mayoría de las instituciones del Estado.
Angustiosa situación económica de la mayoría de la población del país. No se avizoran cambios Mayor degradación de la dignidad de los sectores más pobres. Mayor presión hacia la emigración. Abandono del campo hacia la ciudad. Aumento de personas con hambre.
Política económica obediente a dictados de organismos fi nancieros multilaterales. Se seguirá en la misma dirección. Mayor desigualdad. Falta de créditos para inversiones productivas.
Incumplimiento de compromisos sociales básicos por parte del Estado (salud, educación, vivienda, tierra y otros). Lento mejoramiento en algunos de los

servicios básicos.

Falta de presupuestado en educación, salud, vivienda. Incumplimiento en entrega de tierras a campesinos. Continuación de huelgas y movilizaciones.
Sentimiento de desprotección

por parte de la mayoría de la población.

Aumentará. Aumento en la sensación de desprotección. Aumento de la frustración colectiva. Agresividad en la gente.
Desprestigio de los partidos políticos. Seguirá el proceso de deslegitimación de los mismos. Aumento de luchas interpartidarias irrelevantes para la población, fanatismo de la militancia partidaria. Exacerbación del “carguismo”, peleas por cuoteos.
Expansión del monocultivo y del modelo extractivista. Aumentará. Mayor expulsión de la población rural. Aumento en la concentración de la tierra.
Graves alteraciones al medio ambiente. Continuará. Deterioro creciente del medio ambiente. Intoxicaciones por agrotóxicos.

Contaminación genética de semillas nativas. Mayor inseguridad alimentaria.

Intolerancia de gremios Empresariales hacia la modernización institucional del país. Criminalización de la lucha social reivindicativa. Mayor boicot a instituciones gubernamentales regulatorias del sector. Campañas difamatorias por la prensa.
Gobierno parlamentarista de facto. Continuará. Aprobación de proyectos de ley contrarios al interés de las mayorías.
Poder Judicial y Fiscalía supeditados a intereses económicos. Continuará. Aplicación de la legislación represiva hacia organizaciones sociales, menos capacidad de reclamos sociales.
Creciente deterioro del transporte “público” controlado por un oligopolio privado. Seguirá igual. Acentuación del fatalismo en la población trabajadora sobre su cotidianeidad.
Incertidumbre con respecto al futuro en la mayoría de la población. Aumentará. Consolidación de un imaginario colectivo carente de esperanzas con respecto a un futuro personal y familiar mejor.
Problemas de acceso a la alimentación y/o deterioro de la misma. Aumentará. Aumento de la desnutrición, enfermedades. Control empresarial de la distribución minorista de alimentos. Alimentos más caros.
Prensa empresarial de baja calidad y tendenciosa. Continuará igual. Opinión pública desinformada e intoxicada con información chatarra.
Sensible deterioro de la educación, especialmente de la educación superior (privatización del mercado educativo). Continuará igual. Retroceso sensible de la calidad profesional de egresados universitarios. Poco o ningún avance en políticas de ciencia y tecnología.
Proliferación de grandes centros de compra y edificios “corporativos”. Aumentará. Desaparición creciente de pequeños almacenes y despensas. Mayor control de precios por parte de súper e híper mercados. Aumento del precio de la tierra urbana.
Infraestructura urbana en proceso de franco deterioro. Continuará. Mayor caos en el tránsito urbano y de accidentes. Dificultades crecientes para provisión de servicios urbanos básicos.
Cada vez menos jóvenes tienen oportunidad de ingresar al mercado laboral y si lo hacen son explotados. Continuará. Mayor cantidad de jóvenes sin acceso al trabajo: informalidad, vagancia, consumo de drogas, barras bravas, etc.
Ocupación empresarial y latifundiaria de tierras indígenas. Continuará. Aumento de la cantidad de indígenas en situación de miseria.
  1. Citado por: Clementi, Luis (2002) El “Subdesarrollo” factor potencial de desintegración social y amenaza política a la seguridad internacional, http://www.resdal.org/ Archivo/cf000025f. Htm.