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Una rápida mirada a la gestión del gobierno en sus primeros meses

Publicado en la Revista Acción, N.º 292, marzo 2009 – Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (CEPAG).
Habiendo cumplido medio año de gestión, algo más del 10 % del tiempo de su administración, el gobierno de Lugo continúa generando reacciones encontradas.

Pocas cosas están claras, pero la principal de ellas es que la orientación del mismo no contradice en lo más mínimo los intereses de los grupos de poder que dominan al país; el empresariado fraudulento, la oligarquía terrateniente, los narcos y las transnacionales siguen operando tal como lo venían haciendo desde hace tiempo. Los avances para edificar una nueva justicia, a partir de la ruina en que está, no ha avanzado, y la institucionalidad del Estado no ha tenido más cambio que el de personas. O sea, las cosas siguen tan igual como antes del 15 de agosto.

En un primer momento, la opinión más generalizada que se escuchaba por esta ausencia de cambios era que el presidente se había rodeado de gente que lo cercaba, pero que no lo acompañaba en sus objetivos. Esta opinión se fue transformando en otra en la que efectivamente no es el entorno sino el propio Lugo el que decididamente prefiere dejar las cosas como están, pasando a ser más de lo mismo pero con una imagen más presentable.

En la visión de algunos analistas, lo que el presidente estaría buscando instalar es “un liderazgo sensato (que) probablemente buscará renovar y mejorar el Gobierno y conducir un proceso de gestión de los cambios económicos y sociales en los próximos años, sin dejar que se produzcan rupturas bruscas que puedan tener graves repercusiones en la estabilidad” (Rubiani[1]). Esta percepción es sin duda benévola y complaciente con lo que el grueso de la población espera, ya que obviamente en un país como el nuestro, buscar cambios económicos y sociales sin producir “rupturas bruscas” equivale a querer hacer una tortilla sin romper los huevos. Cuando la situación es radicalmente seria (y casi un 40 % de la población postrada en la pobreza es radicalmente serio) la radicalidad de las medidas correctoras es insoslayable[2].

En un artículo anterior[3], mencionaba yo textualmente que las así llamadas áreas “duras” del modelo (Hacienda, Obras Públicas, Agricultura y Ganadería, Industria y Comercio, Interior) fueron a parar a manos del sector más conservador del espectro político disponible (con la excepción de Defensa). En tanto que las áreas “blandas”, aquellas sobre las que hay mayor flexibilidad en la asignación presupuestaria y tienen que ver con necesidades sociales, fueron dadas a personas de un espectro algo más “progre”. Se las usó como para dar la imagen de cambio (Acción Social, Salud, Niñez, Cultura, Juventud, con la excepción de Educación).

Este hecho marcó y sigue marcando la pauta del rumbo que tendrá —en lo esencial— la administración Lugo. Cuando se dice lo esencial se hace referencia a los modelos de acumulación de riqueza dominantes en el país y a los intereses políticos que lo rodean. Bastan pocos ejemplos; el plan anticrisis del Ministerio de Hacienda que es en realidad un plan de rescate al agronegocio por la crisis internacional; la así llamada “presencia del Estado” en San Pedro y Concepción, que se pervirtió hasta el punto de convertirse en una verdadera cruzada contra los movimientos sociales; el nombramiento de Bonzi en el SENAVE, un defensor de los transgénicos de la línea dura; la anunciada “concesión” a empresas privadas del ministro de Obras Públicas de rutas y de la hidrovía en el río Paraguay, obras que serán financiadas con el presupuesto público; la inminente privatización de los servicios de Internet por parte de CONATEL; las respuestas ambiguas y asistenciales a las casi 60.000 familias de sesameros que se pusieron la soga al cuello, en fin…, son muchos los ejemplos que muestran a las claras que el Gobierno no ha manifestado –hasta el momento– una intención de mejorar efectivamente las condiciones de vida de esos dos millones y medio de la población que apenas sobrevive y que, por el contrario, continúa afianzando la ya clara primacía de los intereses económicos y geopolíticos de grandes empresas multinacionales.

Los avances logrados en la dirección de cumplir las principales banderas de la campaña del actual Gobierno (recuperación de la soberanía sobre las hidroeléctricas, el combate a la corrupción y la reforma agraria) son próximos a nulos, aunque en los escalones más bajos se avanzó en depurar la nómina de funcionarios públicos planilleros. Lugo descansó mucho más en las alianzas con partidos y referentes políticos moralmente averiados que en las fuerzas sociales que lo llevaron al poder y este desatino está comprometiendo la estabilidad, o más propiamente, la gobernabilidad[4] del país. Se da un sesgo pronunciadamente acentuado de las políticas públicas hacia determinados grupos de actores sociales (en realidad, económicos) y desatención y abandono hacia los reclamos de otros grupos de actores. Este sesgo, visible en lo que el Gobierno está haciendo y no en lo que está diciendo, ha llevado al descrédito de una mayoría de electores que en abril del año pasado optaron por la fórmula “cualquiera menos los que están”[5].

Las consecuencias políticas de este accionar del Gobierno actual ya se sienten, pero serán más profundas y graves en el futuro: de seguir este rumbo, en el 2013 la ciudadanía apelará a la fórmula “más vale mal conocido que bien por conocer” y volverán las oscuras golondrinas que durante seis décadas expoliaron nuestra dignidad como nación.

Es poco lo que puede agregarse sustantivamente a esta rápida mirada sobre el devenir del actual Gobierno. No todo es incertidumbre; hace falta que la ciudadanía tome conciencia de la necesidad de distinguir entre gobierno y poder, discernimiento que es clave para entender, tanto en el corto como en el mediano y largo plazos, las posibilidades de cambio realistas que existen en el país.

  1. Rubiani, P. (2009) “Los desafíos del cambio en el Paraguay”. Acción N.º 291, febrero.
  2. “Llegó la hora de la verdad y de hacer política, no se puede ser contemporizador, esta crisis fue generada en el corazón de los países de aquellos que antes sabían todo”, Luiz Ignacio da Silva (“Lula”) (05-03-09), durante la apertura de la primera reunión del año del Consejo de Desarrollo Económico y Social del Brasil, Agencia Estado, citada por la agencia de noticias ANSA.
  3. Palau, T. (2008) “Lugo antes del 15: ¿Más de lo mismo o novísima estrategia de concertar sobre lo inconcertable?”
  4. Que implicaría no solo la capacidad de gobernar efectivamente, sino además y por sobre todo implica la calidad de la interacción que establece la autoridad con los actores sociales y, más en particular, significa el establecimiento de políticas que tiendan a una distribución más equitativa de los recursos materiales de la sociedad. Pero también el fortalecimiento de los medios de control de los ciudadanos sobre la manera como se administran y distribuyen dichos recursos. Gobernabilidad o “buen gobierno” significa entre otras cosas la garantía de que la provisión de servicios básicos como salud, educación, vivienda se realiza sobre la base de principios de equidad, honestidad y transparencia. Es en buena medida el control ejercido por los ciudadanos sobre los actos de sus gobernantes. Con este principio el concepto de gobernabilidad refiere al resguardo del ejercicio de gobierno sobre la base de determinadas prácticas públicas, democráticas, éticas y transparentes.
  5. Téngase en cuenta que en abril de 2008 el 20% del electorado colorado votó por Lugo.